Marco Rubio, senador republicano por Florida, ha sido una figura clave en la política de EE. UU. hacia América Latina, particularmente en lo relacionado con Cuba, Venezuela y Nicaragua. Su postura es generalmente dura y alineada con políticas de presión contra gobiernos de izquierda en la región. Aquí algunos puntos clave sobre su influencia.
Rubio ha sido un fuerte crítico de los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, promoviendo sanciones económicas y diplomáticas contra estos gobiernos. Ha impulsado medidas para aislar a Nicolás Maduro y presionó para mantener a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Como miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y del Comité de Inteligencia, ha influido en decisiones sobre sanciones, financiamiento de la oposición en países como Venezuela y apoyo a la democracia en la región.
Durante el mandato de Donald Trump, tuvo un papel clave en el diseño de la política hacia América Latina. Fue uno de los arquitectos de la estrategia de «máxima presión» contra el gobierno de Maduro, apoyando el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela en 2019.
Aunque tiene raíces cubanas, Rubio ha apoyado políticas migratorias restrictivas, lo que ha generado críticas entre algunos sectores latinos. Sin embargo, también ha abogado por el estatus de protección temporal (TPS) para ciertos países afectados por crisis.
Su discurso anticomunista resuena con comunidades de exiliados cubanos, venezolanos y nicaragüenses en Florida, un estado clave en la política estadounidense. Esto le ha dado un peso significativo en la formulación de la política exterior hacia América Latina.
En resumen, Marco Rubio representa una visión de política exterior estadounidense que busca mantener una fuerte influencia en América Latina, con un enfoque en sanciones y presión sobre gobiernos considerados autoritarios.