“Vamos a abrir China… y eso es lo más emocionante”
Por Luis Rodríguez Salcedo
Con su habitual tono de vendedor estrella y bajo los reflectores de su canal favorito, Fox News, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció esta semana lo que considera el punto más electrizante del flamante acuerdo comercial con China: “Vamos a abrir China”.
La afirmación, digna de un eslogan de campaña, la hizo en entrevista con Sean Hannity, a bordo del Air Force One, mientras se dirigía a Arabia Saudita en otro de sus viajes presidenciales de alto voltaje. “Hace muchos años abrimos los EE.UU. Ahora es el momento de que China se abra, y eso es parte de nuestro trato. Para mí, esa es la parte más emocionante”, dijo Trump, con la confianza de quien siente que lleva ventaja en una partida de ajedrez comercial a escala global.
Trump describió la nueva etapa como “un nuevo mundo” para los negocios estadounidenses y, por supuesto, también para China, a la que sugirió que este paso será «incluso mejor» para ellos. ¿Altruismo o estrategia? El magnate convertido en presidente no pierde el hábito de envolver intereses en papel dorado.
La Casa Blanca anunció el lunes que, tras intensas negociaciones celebradas en Ginebra, se alcanzó un acuerdo con Pekín para desescalar la guerra comercial que tensó durante meses la economía global. Como parte del trato, Washington reducirá los aranceles sobre productos chinos de un agresivo 145 % a un más manejable 30 %, mientras que China bajará los suyos de 125 % a 10 %.
“Ambas partes mostraron un gran respeto”, declaró el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en tono diplomático, aunque algunos analistas sugieren que el respeto vino después de un forcejeo tarifario al estilo de una pelea de boxeo comercial en cámara lenta.
Vale recordar que en abril, Trump había lanzado una ofensiva de aranceles masivos contra varios socios comerciales, aunque China fue la más golpeada, como si se tratara del villano principal en la narrativa trumpista del “robo económico”. La escalada fue seguida por una respuesta similar de Pekín, en un duelo de sanciones que pareció más una competencia de músculo que de economía.
Sin embargo, Trump, con su sentido del timing, bajó el tono —pero no del todo— asegurando que nunca llegaría a un arancel cero. Como quien dice: te doy la mano, pero no suelto del todo la correa.
Aunque la tregua es de apenas 90 días, el anuncio llega en un momento clave para Trump, quien busca mostrar resultados tangibles en su política exterior y económica de cara a su base electoral. “Abrir China” no solo suena bien en los titulares, sino que alimenta la narrativa de un presidente que, según él mismo, “nadie negocia mejor que yo”.
El tablero está en pausa, pero las piezas siguen en juego. Trump sonríe. El dragón chino respira… por ahora.
rodriguezsluism9@gmail.com