TRUMP FELICITA A LEÓN XIV: BENDICIONES, DIPLOMACIA Y UNA PIZCA DE INCOMODIDAD
Por Luis Rodríguez Salcedo
En una jugada que combina geopolítica con incienso, el expresidente Donald Trump felicitó al nuevo Papa León XIV —anteriormente el cardenal Robert Francis Prevost— tras su elección como líder de la Iglesia católica. Trump lo calificó como “un gran honor” para Estados Unidos, aunque muchos se preguntan si realmente comprendió la dimensión universal del nuevo pontífice, quien, además de ser estadounidense, también posee ciudadanía peruana y una visión del mundo bastante distinta de la que se predica en los mítines con gorras rojas.
La llegada de León XIV al trono de Pedro ha sido acogida con entusiasmo por fieles de diversos rincones del planeta, especialmente por quienes ven en él un espíritu pastoral, abierto y comprometido con causas como la justicia social, el cuidado del medioambiente y la dignidad de los migrantes. No son exactamente los temas favoritos de quienes ven el mundo como un negocio inmobiliario en expansión.
Aun así, Trump, en un ejercicio inusual de cortesía, expresó su respeto por el nuevo Papa, destacando su llamado a la unidad y la paz. Algunos analistas se preguntan si el exmandatario entendió esas palabras como una bendición o como una advertencia. Después de todo, no es fácil digerir que el Vicario de Cristo critique la construcción de muros en vez de puentes, o que hable de crisis climática como si el planeta no fuera propiedad privada.
El contraste entre ambos no puede ser más claro. Mientras León XIV predica la acogida a los desplazados, Trump construyó su carrera política prometiendo mantenerlos fuera. Mientras el Papa habla de custodiar la creación divina, Trump suspiraba por abrir nuevas minas de carbón. Y mientras uno viaja con sencillez, el otro lo hace en un jet con el logo dorado de su apellido.
Sin embargo, la política tiene su propio ecumenismo, y no se descarta que ambos líderes se reúnan próximamente. El Vaticano es experto en diplomacia milenaria, y Trump es experto en convertir cualquier encuentro en un espectáculo. ¿Será una conversación sobre la fe, o una negociación sobre “territorios celestiales”? ¿Hablarán del Evangelio, o de estrategias para mantener el rating?
Lo cierto es que, detrás de las sonrisas y los comunicados, hay tensiones reales. Algunos sectores conservadores de Estados Unidos ya manifestaron su preocupación por las posturas del nuevo Papa, a quien temen por su cercanía con las periferias, no con las élites. De este modo, León XIV se perfila no como un Papa cómodo para el poder, sino como una voz incómoda, profética, como suelen ser los buenos pastores.
En definitiva, este inesperado cruce entre el Vaticano y el trumpismo es más que un gesto protocolar. Es un espejo del mundo actual, donde la religión y la política aún se entrelazan, aunque no siempre recen el mismo credo. El tiempo dirá si habrá diálogo genuino o si esta será solo otra bendición… con letra pequeña.