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TRUMP Y EL PROTECCIONISMO EN 2025

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¿Un Golpe Reflexivo o un Bumerán Económico Global?»

Las medidas arancelarias y las amenazas comerciales de Donald Trump, como las que ha implementado o prometido en 2025, reflejan un enfoque proteccionista que se aparta de los principios tradicionales de la economía clásica y del libre comercio, los cuales suelen priorizar la eficiencia, la especialización y el beneficio mutuo entre naciones a través del intercambio sin barreras.

Desde esta perspectiva, sus acciones no parecen estar completamente alineadas con dichos principios, aunque sí responden a una lógica económica alternativa basada en el nacionalismo económico y la protección de intereses domésticos específicos. Sin embargo, este enfoque conlleva riesgos significativos tanto para la economía mundial como para la propia economía estadounidense.

¿Están sus acciones acordes con los principios de la economía?
Libre comercio y ventaja comparativa: La teoría económica clásica, desde Adam Smith y David Ricardo, sostiene que el libre comercio maximiza el bienestar global al permitir que los países se especialicen en lo que producen de manera más eficiente. Los aranceles de Trump, como el 25% a México y Canadá o el 10-20% adicional a China, rompen con este principio al encarecer las importaciones y distorsionar las cadenas de suministro globales. Esto podría reducir la eficiencia económica al limitar el acceso a bienes más baratos o de mejor calidad producidos en el exterior.

Desde una perspectiva mercantilista o nacionalista, que Trump parece adoptar, los aranceles buscan proteger industrias locales y reducir el déficit comercial, además de generar ingresos fiscales. En teoría, esto podría beneficiar a ciertos sectores manufactureros estadounidenses al hacer los productos extranjeros menos competitivos. Sin embargo, la evidencia histórica y económica (como la Ley Smoot-Hawley de 1930) sugiere que el proteccionismo tiende a generar retaliaciones y a dañar más que beneficiar a largo plazo.

Las amenazas constantes y los cambios abruptos en su política arancelaria (como anunciar aranceles y luego posponerlos o modificarlos) crean incertidumbre, lo que va en contra del principio económico de estabilidad y previsibilidad que los mercados necesitan para operar eficientemente. Esta imprevisibilidad puede desincentivar la inversión y el comercio, afectando tanto a Estados Unidos como a sus socios comerciales.

En resumen, las acciones de Trump contradicen los principios del libre comercio y la cooperación económica global, pero se alinean con una visión proteccionista que prioriza intereses nacionales a corto plazo sobre la eficiencia y el crecimiento global. Esto no implica que carezcan de lógica económica, sino que responden a una estrategia distinta, con costos y beneficios que no están siendo plenamente ponderados, según sugieren críticos y economistas.

Las medidas arancelarias de Trump y su enfoque agresivo plantean varios riesgos para la economía global, que ya se están manifestando en 2025 según reportes y análisis disponibles:

Países como Canadá, México y China han respondido con aranceles retaliatorios (por ejemplo, Canadá con un plan escalonado de hasta 155 mil millones de dólares canadienses y México prometiendo medidas equivalentes). Esto podría escalar a una guerra comercial global, reduciendo el comercio internacional y afectando las cadenas de suministro integradas, especialmente en América del Norte, donde el T-MEC había fomentado una profunda interdependencia.

Los aranceles elevan el precio de los bienes importados, lo que genera inflación no solo en Estados Unidos, sino también en otros países que dependen de exportaciones a ese mercado. Por ejemplo, se estima que los hogares estadounidenses podrían enfrentar un costo adicional de hasta 2,000 dólares anuales solo en 2025, mientras que las empresas trasladan los mayores costos a los consumidores.

La reducción del comercio y la incertidumbre afectan el crecimiento del PIB. Organismos como el FMI han proyectado caídas en el crecimiento global (0.4 puntos porcentuales en 2025 y 0.6 en 2026 si se endurecen las políticas comerciales).

Países como México podrían entrar en recesión (Moody’s estima una contracción de hasta un 4% si los aranceles persisten), mientras que Canadá y la UE también verían impactos negativos significativos.

Economistas como Michael Hudson han advertido que una guerra comercial ampliada podría depreciar monedas de países dependientes del dólar (como México o economías emergentes), dificultando el pago de deudas externas denominadas en dólares y aumentando el riesgo de crisis financieras en dichos mercados.

Las políticas de Trump están acelerando un cambio estructural hacia la desglobalización, con empresas reubicando producción (por ejemplo, de China a México o Vietnam) y países buscando alternativas al dólar como moneda de reserva. Esto podría fragmentar la economía mundial en bloques económicos rivales, reduciendo la cooperación y la eficiencia global.

Las grandes empresas (Ford, Coca-Cola, PepsiCo, etc.) ya alertan sobre disrupciones en sus cadenas de suministro y márgenes de ganancia, lo que podría traducirse en precios más altos y menor disponibilidad de bienes, afectando especialmente a los consumidores de clase media y baja en todo el mundo.

Aunque Trump justifica sus aranceles con objetivos como reducir el déficit comercial, frenar la migración y combatir el tráfico de drogas, los datos históricos y actuales sugieren que estos instrumentos son ineficientes para tales fines y generan costos colaterales significativos. Por ejemplo, durante su primer mandato, los aranceles a China no redujeron sustancialmente el déficit comercial ni revitalizaron la manufactura estadounidense de manera notable, pero sí aumentaron los precios de ciertos bienes. En 2025, con una economía global más frágil tras años de pandemia y conflictos geopolíticos, los riesgos son aún mayores.

En conclusión, las acciones de Trump reflejan una apuesta arriesgada que prioriza ganancias políticas y económicas domésticas a corto plazo sobre la estabilidad y el crecimiento global. La economía mundial enfrenta el peligro de una espiral de represalias, inflación y desaceleración, con consecuencias que podrían ser especialmente graves para países dependientes de Estados Unidos, como México y Canadá, y para la cohesión del sistema comercial internacional. Sin una estrategia clara y coordinada, sus «palos a todos lados» podrían terminar golpeando también a su propia economía, en un efecto bumerán que los críticos ya anticipan.

LRS

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