-El uranio enriquecido que evaporó el Pentágono… o el que Irán escondió bajo la alfombra-
Por: Teclalibre
Han pasado varios días desde que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara con bombos y megatones el “exitoso” ataque contra las instalaciones nucleares de Irán —Fordow, Natanz e Isfahán— y sin embargo, hay una pregunta que flota en el aire más pesada que el mismo uranio:
¿Dónde diablos están los 400 kilos de material nuclear enriquecido que se encontraban almacenados allí?
Porque una cosa es destruir infraestructura (para eso basta un par de bombas GBU-57 y una buena foto satelital); y otra muy distinta es eliminar materia prima estratégica sin dejar huella. ¿Acaso el Pentágono tiene ahora bombas “desintegradoras de isótopos”? ¿O estamos ante una puesta en escena más teatral que táctica?
¿Desaparecidos por arte de guerra?
Según expertos, el uranio no se evapora como el humo de una fábrica de mentiras. Si estaba allí —como aseguraban los reportes previos del OIEA—, debió haber dejado rastros: contaminación, partículas radiactivas, residuos en el aire. Pero… nada. Silencio. Ni un solo informe satelital de radiactividad anómala. Ni una alerta regional. Cero. Lo que sí hay es una cortina de humo más densa que el escudo antimisiles de Israel.
¿Un teatro con butacas nucleares vacías?
La teoría que cobra más fuerza es tan simple como inquietante: los iraníes sabían que venía el ataque y vaciaron los bunkers a tiempo. Una jugada brillante si se confirma. No solo evitaron una tragedia ambiental, sino que dejaron a Estados Unidos bombardeando salas vacías, como quien lanza misiles contra un archivo de cartón piedra.
Peor aún para la narrativa de “disuasión nuclear” que Trump vende como si fuera tequila en la frontera: Irán aún podría tener en su poder los 400 kilos de uranio, ahora dispersos, escondidos, o bajo nuevas capas de concreto en otra montaña que los drones aún no han fotografiado.
¿Y el OIEA? Bien, gracias
El Organismo Internacional de Energía Atómica —ese que antes se desvivía por cada gramo de uranio iraní— hoy guarda un silencio de misa chiita. No hay informes, no hay declaraciones, no hay inspecciones. ¿Acaso están esperando que la Casa Blanca les dicte el guion del próximo boletín?
Epílogo nuclear: la guerra que se juega con fantasmas
La verdad incómoda es que tanto Irán como Estados Unidos están jugando a una guerra de símbolos, no de misiles. Uno lanza bombas para demostrar poder. El otro esconde uranio para demostrar inteligencia. Y en medio, la comunidad internacional mastica titulares sin nutrientes y tuerce el cuello como espectador de un teatro donde el verdadero armamento no está en los bunkers, sino en la manipulación narrativa.
Porque, señoras y señores, los 400 kilos de uranio enriquecido no se han perdido. Solo se han vuelto invisibles… como la verdad.
rodriguezsluism9@gmail.com