China y EE.UU. vuelven al ruedo comercial con sonrisas forzadas y aranceles en el aire
Por Luis Rodríguez Salcedo
Ginebra, Suiza.- Como dos titanes que no se deciden entre el abrazo o el codazo, China y Estados Unidos reanudaron este sábado en Ginebra conversaciones económicas y comerciales de alto nivel, en un intento por bajar la temperatura de una guerra arancelaria que ya huele a crónica de un conflicto anunciado.
La mesa de diálogo fue presidida por el viceprimer ministro chino, He Lifeng, y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. La elección de Suiza como sede no es casual: neutralidad alpina para conversaciones que arden en intereses cruzados.
El encuentro ocurre apenas horas después de que el presidente Donald Trump, siempre impredecible y directo desde su tribuna en Truth Social, lanzara un dardo que parece más un ultimátum: “¡Un arancel del 80 % a China parece correcto! Depende de Scott B”. Un mensaje que suena más a orden disfrazada de sugerencia.
En paralelo, el New York Post citó fuentes que hablan de un posible ajuste en los aranceles —menos punitivos, pero aún prohibitivos— a un rango de entre 50 % y 54 %. ¿Gesto de buena voluntad o táctica de negociación? Washington tantea, pero no afloja.
Desde el lado chino, el Global Times, portavoz no oficial de la línea dura de Pekín, suavizó el tono: “China dialoga porque es un actor responsable”. Aunque el mensaje entre líneas es claro: si hay diálogo, es porque lo pidieron ustedes.
Mientras tanto, Bessent declaró recientemente que EE.UU. quiere ayudar a China a reorientar su economía hacia el consumo interno. Traducción libre: Washington quiere que China deje de inundar el mundo con sus productos y empiece a comprar más de los suyos. Una propuesta que Pekín podría interpretar como intromisión disfrazada de consejo económico.
Trump, por su parte, ha jugado al gato y al ratón con los aranceles: primero los sube de forma agresiva —alcanzando el 145 % para productos chinos— y luego ofrece bajarlos… pero nunca a cero, claro está. China no se quedó atrás, contraatacando con tasas de hasta 125 % a bienes estadounidenses.
Todo este fuego cruzado comercial ocurre mientras la Unión Europea observa desde la barrera. Algunos diplomáticos europeos han insinuado que China no se toma muy en serio al bloque comunitario en estos asuntos. La partida, por ahora, se juega entre gigantes.
Y así, entre amenazas disfrazadas de diálogo, aranceles bailando al ritmo de la diplomacia y mensajes crípticos en redes sociales, China y Estados Unidos reanudan un pulso que está lejos de definirse.
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