-EE.UU. respalda el aplazamiento de la Cumbre de las Américas en RD: ¿decisión soberana o sugerencia de Washington?-
La posposición de la Cumbre de las Américas en Santo Domingo, celebrada por Washington como “una decisión sabia”, plantea una pregunta clave: ¿quién realmente decidió el aplazamiento, República Dominicana o su principal aliado del norte?
El Gobierno de los Estados Unidos expresó su respaldo total a la decisión de la República Dominicana de posponer la décima edición de la Cumbre de las Américas, originalmente prevista para este año.
El mensaje fue transmitido por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a través de la red social X (antes Twitter):
“En nombre de Estados Unidos, estamos agradecidos con el presidente Abinader por su amistad y su disposición de acoger la Cumbre de las Américas. Apoyamos plenamente la decisión de aplazarla”, publicó Rubio.
El funcionario añadió que ambos países, junto a otras naciones de la región, continuarán trabajando para celebrar un evento “productivo” en 2026, enfocado en fortalecer alianzas y la seguridad hemisférica.
La Cumbre de las Américas no es un simple encuentro protocolar. Es el foro político donde Estados Unidos busca articular su influencia en el continente y donde muchos países latinoamericanos aprovechan para expresar sus diferencias con Washington.
La decisión de aplazar el evento —que sería el primero en territorio dominicano— llega en medio de tensiones políticas, crisis migratorias, disputas comerciales y divisiones ideológicas que han marcado las últimas ediciones.
Fuentes diplomáticas señalan que las “consultas con socios clave” precedieron al anuncio. Entre esos socios, claro está, Estados Unidos.
Aunque el Gobierno dominicano ha explicado que la postergación busca “garantizar un evento más inclusivo y productivo”, el respaldo inmediato y entusiasta de Washington hace inevitable la pregunta:
¿No habrá sido una “sugerencia” de Estados Unidos, más que una decisión espontánea del Palacio Nacional?
En diplomacia, las palabras importan. Y la coordinación del mensaje entre Santo Domingo y Washington sugiere algo más que cortesía.
Una fuente regional citada por medios internacionales aseguró que “el aplazamiento se decidió tras consultas bilaterales”, una fórmula que suele traducirse como decisión concertada.
Para la República Dominicana, el movimiento tiene ventajas:
Conserva la sede oficial del foro.
Gana tiempo para reorganizar la logística y la agenda.
Evita la tensión de ser anfitrión en medio de fracturas regionales.
Pero también implica compromisos:
Ceder espacio político ante Washington.
Reforzar la imagen de país aliado, en un contexto de creciente militarización del Caribe y de negociaciones en materia de seguridad y migración.
El aplazamiento no rompe la alianza: la profundiza bajo un nuevo calendario. Desde su primera edición en Miami (1994), la Cumbre de las Américas ha sido un escenario donde Estados Unidos impone el libreto y define el tono.
La República Dominicana, al aceptar el rol de anfitrión, también aceptó —de manera tácita— el costo político de actuar bajo ese paraguas de influencia.
Por eso, más allá de las declaraciones diplomáticas, la pregunta persiste:
¿Se aplazó la Cumbre porque no era el momento… o porque no convenía al guion estadounidense?
El “respaldo” de Washington puede leerse como un gesto amistoso o como una señal de autoridad política.
En ambos casos, la República Dominicana se mantiene en la órbita de confianza de Estados Unidos, y el país anfitrión gana tiempo —pero también refuerza su dependencia estratégica.
Mientras tanto, la pregunta queda flotando en el aire:
¿Fue una decisión soberana… o una sugerencia cuidadosamente disfrazada?
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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