Choque de Poderes en el Mundial 2026: ¿El Fútbol se Dobla ante la Política?
La Copa Mundial de la FIFA 2026, que será albergada conjuntamente por Estados Unidos, México y Canadá, se ha convertido en un nuevo campo de tensión entre la política interna estadounidense y el organismo rector del fútbol mundial.
La polémica se encendió con las declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump, quien sugirió la posibilidad de declarar ciudades anfitrionas como «no seguras» y, por ende, reubicar partidos del torneo de 104 encuentros, aludiendo a supuestos problemas de inmigración y crimen en ciudades que, notablemente, se han opuesto a sus políticas, como las cercanas a Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, e incluso nombrando a Boston y Seattle en reportes.
La respuesta de la cúpula del fútbol mundial fue inmediata y contundente, trazando una línea infranqueable sobre quién ostenta la última palabra en la organización del magno evento:
Victor Montagliani, vicepresidente de la FIFA y presidente de la CONCACAF, no dudó en afirmar: «Es el torneo de la FIFA, la jurisdicción de la FIFA, la FIFA toma esas decisiones». Un mensaje claro: la selección y cualquier eventual cambio de las 16 ciudades anfitrionas (11 en EE. UU., 3 en México y 2 en Canadá) son prerrogativa única del organismo internacional.
Montagliani elevó el debate a un plano más trascendente, declarando que el fútbol «es más grande que ellos (los líderes mundiales) y el fútbol sobrevivirá a su régimen, a su gobierno y a sus eslóganes». Una declaración que busca despolitizar el deporte y proteger su esencia ante cualquier intento de injerencia. «Esa es la belleza de nuestro juego, que es más grande que cualquier individuo y más grande que cualquier país», sentenció Montagliani.
🇺🇸La amenaza de Trump, que surge a menos de un año del inicio del Mundial (11 de junio de 2026), apunta principalmente a ciudades con administraciones demócratas.
Las 16 ciudades, con estadios icónicos como el MetLife de Nueva York/Nueva Jersey o el SoFi de Los Ángeles, tienen contratos firmados con la FIFA desde 2022. Un cambio de sede a estas alturas generaría «importantes problemas logísticos y legales» insalvables para la FIFA. La planificación de seguridad, visados, alojamiento y transporte para un torneo de 48 equipos está ya en una fase avanzada.
A pesar de la soberanía de la FIFA en la elección de sedes, el Mundial y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 (también mencionados por Trump) dependen críticamente de los gobiernos anfitriones a todos los niveles (federal, estatal y local). Sus compromisos de cientos de millones de dólares son vitales para la seguridad, el procesamiento de visas y la aplicación de la ley.
La estrecha relación entre Trump y el actual presidente de la FIFA, Gianni Infantino, añade una capa diplomática. Aunque Infantino no ha comentado públicamente sobre la controversia, la oposición tajante de su vicepresidente sugiere que la FIFA no permitirá que la política interna altere un plan logístico y contractual ya establecido.
La actual polémica evidencia un claro choque de trenes: la autoridad soberana de la FIFA sobre su evento global contra la presión política interna de un expresidente que busca capitalizar temas sensibles como la inmigración y la seguridad de cara a futuras contiendas electorales.
El mensaje de la FIFA es un recordatorio firme: una vez firmados los contratos, la decisión final sobre quién acoge el Mundial es del ente deportivo, no del gobierno de turno. Mover una sede ahora no solo es inviable logística y legalmente, sino que sentaría un peligroso precedente. La controversia, sin embargo, subraya la delicada intersección entre el deporte de élite y la política de las naciones anfitrionas. El balón, en este caso, parece que rodará sin injerencias políticas.
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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