Lo esposaron por preguntar: El senador Padilla y el nuevo protocolo “a lo ICE”
Por Redacción de Teclalibre
Washington – En un país donde un senador federal puede ser esposado por formular una pregunta incómoda, uno empieza a preguntarse si estamos ante un reality show de mal gusto… o ante una democracia con severas filtraciones.
El protagonista del último episodio de esta tragicomedia política es nada menos que Alex Padilla, senador demócrata por California, quien osó –¡herejía!– levantar la voz durante una rueda de prensa encabezada por Kristi Noem, flamante Secretaria de Seguridad Nacional y aspirante a heroína de la frontera.
Padilla quiso interpelar sobre las redadas migratorias, esas mismas que ya huelen más a espectáculo electoral que a política pública. Pero su osadía le costó cara: agentes federales lo esposaron y lo sacaron como si fuera un migrante sin papeles, ignorando por completo que se trataba de un senador electo por millones de ciudadanos.
Y no es broma: en el video del incidente se le ve identificándose como senador varias veces. Pero los agentes, con una eficiencia solo comparable con la de un cajero automático cuando se traga tu tarjeta, simplemente ignoraron su condición y lo arrastraron como si fuera un disturbio.
“Esto no fue un malentendido. Fue una advertencia”, dijo luego Padilla con el temple de quien acaba de saborear lo que es la mano dura, pero sin perder la compostura.
¿Democracia en modo vigilancia?
Lo más curioso no fue el arresto en sí, sino la explicación posterior: según el Departamento de Seguridad Nacional, los agentes «no sabían quién era» y actuaron porque el senador «no pidió permiso para hablar». ¿Desde cuándo un senador necesita pedir turno como en la barbería?
Gavin Newsom, Adam Schiff y hasta el reverendo Al Sharpton saltaron a denunciar la situación. Algunos ya hablan de una «militarización institucional», otros la llaman simplemente la nueva coreografía del trumpismo electoral: si hablas fuera del guion, te llevas esposas.
¿Y ahora?
El senador fue liberado sin cargos, claro. Pero el mensaje quedó claro: si un senador puede ser esposado en público por levantar la voz, ¿qué puede esperar un ciudadano común que ni siquiera habla inglés fluido?
Bienvenidos a la era de los silencios forzados. Donde el poder no se debate, se impone… aunque haya cámaras grabando y senadores gritando su identidad.
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