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ELON Y SAM: LA BATALLA MILLONARIA POR DOMINAR EL FUTURO

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La rivalidad entre Sam Altman y Elon Musk por el dominio de la inteligencia artificial (IA) es una de las historias más fascinantes y complejas del mundo tecnológico actual. Lo que comenzó como una colaboración visionaria en 2015 se ha transformado en una guerra abierta que involucra acusaciones, demandas judiciales, y una lucha por el control de una tecnología que podría definir el futuro de la humanidad.

Todo empezó en 2015, cuando Elon Musk, Sam Altman y otros cofundadores (como Greg Brockman e Ilya Sutskever) crearon OpenAI, una organización sin fines de lucro con la misión de desarrollar IA de manera segura y transparente, beneficiando a la humanidad y evitando que cayera en manos de grandes corporaciones como Google. Musk aportó financiación inicial (unos 45 millones de dólares, según correos revelados por OpenAI) y tuvo un rol clave en la contratación de talento, mientras que Altman, entonces conocido por su trabajo en Y Combinator, ayudó a dar forma a la visión estratégica.

La colaboración parecía prometedora: Musk, con su preocupación por los riesgos existenciales de la IA, y Altman, con su enfoque pragmático, compartían el ideal de un desarrollo responsable. Sin embargo, las diferencias filosóficas y de liderazgo pronto emergieron. Musk abogaba por un enfoque de código abierto y transparencia total, mientras que Altman veía la necesidad de un modelo sostenible que eventualmente requiriera ingresos.

El punto de inflexión llegó en 2018. Musk, según su versión, abandonó OpenAI por «conflictos de interés» con Tesla, que también exploraba IA para sus autos autónomos. Sin embargo, otra narrativa —respaldada por OpenAI y fuentes como The New Yorker— sugiere que Musk intentó tomar el control total de la organización, proponiendo convertirse en CEO o integrarla a Tesla. Cuando Altman y otros cofundadores rechazaron esta idea, Musk se retiró, llevándose su apoyo financiero y dejando a Altman con la tarea de buscar nuevos fondos.

Este momento marcó el inicio de la hostilidad. Musk comenzó a criticar públicamente a OpenAI, acusándola de traicionar su misión original al volverse menos transparente. Mientras tanto, Altman reorientó la empresa: en 2019, OpenAI creó una filial con fines de lucro, atrayendo una inversión masiva de Microsoft (13,000 millones de dólares hasta la fecha), lo que permitió su expansión comercial y el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022, un éxito que catapultó a Altman como líder en el campo de la IA.

La salida de Musk no apagó su interés en la IA. En 2023, fundó xAI, una empresa destinada a competir con OpenAI, promoviendo su propia visión de una IA «máximamente útil» (ejemplificada por Grok, su chatbot). Desde entonces, los enfrentamientos con Altman se intensificaron:

Musk acusó a OpenAI de abandonar su ethos de código abierto y convertirse en una máquina de lucro controlada por Microsoft. Altman, por su parte, mantuvo un tono más diplomático al principio, diciendo cosas como «a ambos nos importa la seguridad de la IA», pero no evitó responder con sarcasmo en ocasiones, como cuando llamó al absolutismo de Musk sobre la libertad de expresión «esteroides» en X.

En febrero de 2024, Musk llevó la disputa a los tribunales, demandando a OpenAI y Altman por supuestamente violar los principios fundacionales de la organización. Alegó que su giro hacia el lucro y su alianza con Microsoft traicionaban la misión original. OpenAI contraatacó publicando correos que mostraban a Musk apoyando el cambio a fines de lucro antes de su salida, sugiriendo que su enojo era más personal que principled.

En febrero de 2025, Musk lanzó una bomba: una oferta no solicitada de 97,400 millones de dólares para comprar la entidad sin fines de lucro que aún controla OpenAI. Encabezó un consorcio que incluía a xAI y otras firmas como Vy Capital, argumentando que quería «devolver a OpenAI a sus raíces». Altman rechazó la propuesta con ironía («No, gracias, pero compraré Twitter por 9,740 millones si quieres») y lo llamó infeliz e inseguro, escalando la tensión verbal. Musk respondió simplemente con «estafador» en X.

El enfrentamiento tomó un giro político con el proyecto Stargate, anunciado por Donald Trump en enero de 2025 tras su regreso a la Casa Blanca. Este ambicioso plan de 500,000 millones de dólares para infraestructura de IA en EE.UU. involucró a OpenAI, Microsoft, SoftBank y Oracle, con Altman como figura clave junto a Trump. Musk, un aliado cercano de Trump durante su campaña, quedó fuera del proyecto y reaccionó cuestionando su viabilidad financiera en X, afirmando que los socios «no tienen el dinero» (sin pruebas concretas).

Esto sugiere que la oferta de Musk por OpenAI podría ser una maniobra para recuperar influencia en un tablero donde Altman lo ha superado, especialmente en su relación con Trump. Altman, por su parte, ha consolidado alianzas con figuras como Masayoshi Son (SoftBank) y Larry Ellison (Oracle), fortaleciendo la posición de OpenAI frente a xAI.

¿Qué hay detrás de la «guerrita»?

Vision versus pragmatismo: Musk representa una visión idealista (aunque contradictoria, dado su historial empresarial), mientras que Altman encarna un pragmatismo comercial que ha dado frutos con ChatGPT. Musk critica el lucro, pero su oferta millonaria y la creación de xAI muestran que también busca dominar el mercado.

Control y ego: Más allá de la IA, esta es una lucha de personalidades. Musk, acostumbrado a liderar, no tolera haber perdido OpenAI; Altman, más discreto pero astuto, ha sabido maniobrar para eclipsarlo. Las acusaciones de «estafador» e «inseguro» reflejan un choque de egos tan grande como sus ambiciones.

Implicaciones globales: El resultado de esta rivalidad podría influir en cómo se desarrolla la IA. Si Musk prevalece, podríamos ver un enfoque más descentralizado (aunque bajo su control); si Altman gana, el modelo corporativo respaldado por gigantes como Microsoft dominará.

La «guerrita» entre Sam Altman y Elon Musk es una mezcla de traición, ambición y visiones opuestas sobre la IA. Lo que empezó como una alianza para salvar a la humanidad se ha convertido en una batalla por el poder, el dinero y el legado. Las derivaciones recientes, como Stargate y la oferta de Musk, muestran que la pelea está lejos de terminar. Mientras Altman avanza con alianzas estratégicas, Musk usa su influencia y recursos para contraatacar. El futuro de la IA —y quién lo controla— sigue en juego, y esta rivalidad promete más capítulos dramáticos.

LRS

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