La comuna de Kenscoff, ubicada en las alturas al sur de Puerto Príncipe, Haití, ha experimentado recientemente un incremento significativo en la violencia debido a ataques de bandas armadas.
A finales de enero de 2025, decenas de hombres fuertemente armados, provenientes de la comuna de Carrefour, atacaron varias localidades de Kenscoff, incluyendo Bellot, Goder y Le Montcel, áreas limítrofes con Petion-Ville. Estos ataques resultaron en el despliegue de unidades de la Policía Nacional Haitiana (PNH), que informó haber abatido a varios de los atacantes. Además, cientos de personas se vieron obligadas a huir después de que sus casas fueran incendiadas.
En respuesta a esta situación, los habitantes de Kenscoff han formado grupos de autodefensa, armados con machetes y otras armas, decididos a impedir que las bandas tomen el control de su municipio.
Las autoridades locales han implementado medidas como la suspensión de actividades culturales al aire libre, restricciones en la circulación de motocicletas, limitación de horarios de apertura de establecimientos y la imposición de un toque de queda desde las 10 de la noche hasta las 5 de la mañana. Estas acciones buscan reforzar la seguridad y prevenir nuevos ataques.
A nivel nacional, Haití enfrenta una crisis de desplazamiento interno sin precedentes. Más de un millón de personas han abandonado sus hogares debido a la violencia de las bandas, la inseguridad y la falta de alimentos.
Las bandas controlan gran parte de Puerto Príncipe, lo que ha provocado un aumento significativo en el número de desplazados en la capital y otras regiones. La mayoría de los desplazados depende de la ayuda de familiares y amigos, mientras que otros buscan refugio en sitios inadecuados y sobrepoblados.
La situación en Kenscoff es un reflejo de la crisis más amplia que atraviesa Haití, donde la violencia de las bandas y la inseguridad han llevado a un aumento alarmante de desplazados internos y una creciente necesidad de asistencia humanitaria.
La violencia en Haití tiene un impacto significativo en la migración hacia la República Dominicana, generando diversas consecuencias en ambos países.
La crisis de seguridad en Haití, marcada por el auge de las pandillas, secuestros y enfrentamientos armados, ha obligado a miles de haitianos a huir en busca de seguridad y estabilidad económica. La falta de control en las fronteras facilita la migración irregular hacia la República Dominicana.
La llegada masiva de migrantes haitianos ha aumentado la demanda de servicios como salud, educación y empleo en la República Dominicana, generando tensiones y debates sobre la capacidad del país para absorber esta población.
El incremento de la migración ha llevado a las autoridades dominicanas a reforzar los controles fronterizos, aumentando las deportaciones y estableciendo políticas más estrictas. Esto ha generado fricciones entre ambos países y en ocasiones ha provocado conflictos diplomáticos.
Muchos haitianos migrantes ocupan trabajos informales en sectores como la construcción, la agricultura y el servicio doméstico. Esto genera debates sobre competencia laboral y condiciones de trabajo, además de preocupaciones sobre explotación y derechos laborales.
La asociación de la migración haitiana con el aumento de la criminalidad también ha generado discursos xenófobos en sectores de la sociedad dominicana. Esto ha llevado a mayores controles migratorios y a políticas más restrictivas.
La violencia en Haití actúa como un factor clave en la migración hacia la República Dominicana, intensificando problemas de seguridad, presión social y tensiones diplomáticas.
La visita del senador estadounidense Marco Rubio a la República Dominicana ha generado preocupaciones sobre sus posibles intenciones en relación con la crisis migratoria haitiana.
Es legítimo preguntarse si su presencia en el país obedece a un intento de presionar a las autoridades dominicanas para que asuman un mayor número de refugiados haitianos, incluidos aquellos indocumentados que EE.UU. busca deportar con la nueva política migratoria de la administración republicana.
En abril de 2024, el senador estadounidense Marco Rubio criticó a la administración del presidente Joe Biden por presionar a la República Dominicana para que acepte a tres millones de migrantes haitianos.
Rubio argumentó que esta postura es injusta para la República Dominicana, un país en desarrollo con recursos limitados que ya enfrenta desafíos significativos relacionados con Haití. Además, señaló que más de un tercio de los nacimientos en la República Dominicana son de mujeres haitianas. El senador también expresó su apoyo a la política del presidente dominicano, Luis Abinader, de proteger la soberanía nacional mediante deportaciones.
El elogio de Marco Rubio a la República Dominicana, especialmente viniendo de un senador con una postura firme en temas migratorios, podría interpretarse como una estrategia diplomática con intenciones ocultas. Es común que, cuando figuras políticas de alto nivel destacan positivamente a un país, lo hagan con la intención de generar simpatía antes de plantear solicitudes o presiones en temas sensibles.
Dado el contexto actual de las deportaciones desde Estados Unidos y la crisis migratoria haitiana que afecta directamente a la República Dominicana, es posible que Rubio y otros legisladores estadounidenses busquen que el gobierno dominicano acepte o facilite ciertas políticas de deportación.
Esto podría incluir una mayor cooperación en la recepción de deportados, acuerdos para retener a migrantes haitianos en suelo dominicano o incluso algún tipo de flexibilización en otras áreas diplomáticas a cambio de apoyo o incentivos.
Sería prudente seguir de cerca las declaraciones de Rubio y otros políticos estadounidenses para ver si este «piropo» se traduce en presiones futuras o en solicitudes que puedan comprometer los intereses dominicanos.