José Enrique García nació el 26 de noviembre de 1948 en la comunidad El Limonal de Santiago de los Caballeros, es poeta, narrador, ensayista, editor, crítico literario y profesor, se asume como un fabulador; dice estar impulsado por algo que él no maneja, no controla, algo cósmico, espiritual, dice que escribe a partir de imágenes, no de conceptos.
El poema que le da titulo al poemario El Fabulador el cual obtuvo el Premio Siboney de Poesía en 1979, se lo dedica al poeta de la generación del 48 Juan Alberto Peña Lebrón, 1930-2022 cuyos temas preferidos son muy parecidos a los de García: la muerte, la desolación y el olvido, la noche, la sombra, entre otros.
Comparto a continuación algunos poemas de Peña Lebrón en los cuales la MUERTE es la protagonista:
Morir es dulce como el llanto
dulce dolor de espera.
Morir no tiene límites de cielo,
Ni ayer, ni nunca.
Morir es triste.
El beso de la muerte es breve;
desciende como un ángel de alto cielo
con un arpa de nieve entre los labios,
tocando tiernamente
su mágica sonata.
Paisaje de color dormido
que mis ojos recorren sin mirarlo.
Sus tenebrosas manos frías me tocan
con levedad de encanto
cuando no quiero.
A tu lado, en la noche, bajo el canto
de la lluvia vencida,
quiero sentir su sigiloso aliento
que lentamente me acaricia.
Sólo quiero morir contigo.
Por igual en el poema TARDE:
Ya todo ha muerto aquí: la luz, el cielo…
Han muerto las cuatro estaciones
Muerto el dolor, la suave melodía
Del ayer, la dulzura de otro cielo, …
Muerto el olvido…
Muerte del día.
En «Aniversario del silencio” la muerte”, “la noche” “sombra” esta presente en los siguientes versos:
Yo he pensado en la triste,
en la augusta blancura de la muerte otorgada, …
yo he mirado la noche en las pupilas…
El Fabulador, poema que da titulo al poemario de José Enrique García dice:
Yo soy el fabulador
el tejedor de dichas y desdichas
vienen hasta mí las palabras que se dijeron
y las que no se han dicho todavía.
Soy en mí y en los otros
reúno en mis ojos y los tiempos
y en mi voz las canciones que se cantaron en los trabajos
reúno las ciudades los hombres los caminos
Fabulador me hice me hicieron
nadie quiso tomar este trabajo
o no tuvieron tiempo para hacerlo
me lo echaron a los pies a los hombros
alguien tenía que ser dijo la multitud
uno bastaba y ese era yo de cuerpo entero
La exigencia era simple
ser hombre de sueño
soñar aun despierto era lo necesario
y culpa no la tengo
soñar fue mi trabajo desde niño
y vime de pronto poseyendo un oficio
soñar por mí y por los otros
construir sueños en medio de la noche
a pleno sol en el canto del alba en todos los crepúsculos
en cada instante soñar
soñar
soñar
Soñar es el trabajo de mi vida decía Edgar Allan Poe se cuestionaba si «acaso todo lo que vemos no es más que un sueño en un sueño»; Calderón de la Barca nos dejo una obra teatral donde considera que la vida es sueño.
El sueño sigue presente en el poema «Esto… “
‘y soñar que en el sueño todo pasa, / y amanecer dormido y para siempre’.
Los temas mas recurrentes en El Fabulador son:la muerte, la noche, la sombra, el silencio, la oscuridad, dice ser vallejiano, le dedica un poema a César Vallejo a quien considera que es el más grande poeta de América Latina, por encima de Pablo Neruda, se asume vallejiano, entabla una conversación con el poeta:
Ves, Vallejo
No es jueves y estoy muerto, César Vallejo
el frio de este cuerpo no es de otoño,
muerto estoy, y no sé si fue un reflejo
o un hombre con unos huesos sanos.
Ya la muerte alcanzó mi estatura;
ya me lleva de sombra
ya me tiene atado con nudos
de pura sangre oscura.
Ya cadáver y ceniza es todo ahora.
Jueves no es y no dudo que estoy muerto
viva siento la muerte,
muerta tengo la vida.
Un día gris pero no jueves
en una ciudad que desconozco
moría como tú, Vallejo
sin fecha
sin testigos
y solo.
En el poema “Meditación alrededor de una sospecha” , aparece de nuevo la muerte de él mismo y cómo reaccionan sus compañeros de trabajo ante su deceso.
Me imagino que soy el hombre muerto
que el trabajo
la iglesia
el club
la cárcel
y los hospitales enterraron.
Me imagino
que como me imagino
que soy hombre muerto
quemaron los papeles
que me identificaban como un hombre
“honesto, trabajador y serio”.
También imagino todas mis ocupaciones
ocupadas por una x roja
y también imagino que a esta hora
ya no soy un digito más de las
computadoras.
Imagino que en mi fiesta de muerto
El presidente de la compañía
hizo una colecta para un ramo de flores,
y los otros
guardaron un minuto de silencio
en nombre de mi cadáver nombre.
Y sobre todo imagino
que ya soy un muerto verdadero
enterrado apenas pocas horas
un muerto con todos sus miembros
vegetales sanos.
A quien todos guardaron
un minuto de silencio
y los demás de olvido.
José Enrique García es poeta, narrador, ensayista, editor, crítico literario y profesor. Realizó estudios en Educación y Letras en la Universidad Pontificia Católica Madre y Maestra. Obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Comenzó su trayectoria profesional como profesor de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Colaboró como crítico literario en “Isla abierta”, suplemento del diario Hoy, de la que finalmente fue su co-editor. Trabajó como director del Sistema Nacional de Bibliotecas y es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Ex director de la Editora Nacional del Ministerio de Cultura.
Entre sus obras más importantes, se destacan Meditaciones alrededor de una sospecha (1977), El fabulador (1980), Ritual del tiempo y los espacios (1982), Contando lo que pasa (1986), Cuando la miraba pasar (1987), Huellas de la memoria (1994), Una vez un hombre (2000), Recodo (2001), Un pueblo llamado pan y otros cuentos infantiles (2002), La palabra en su asiento. Análisis poético (2004), Juego de villanos (2006) y El futuro sonriendo nos espera (2007).
José Enrique García ha recibido, entre otras distinciones, el premio Siboney de Poesía 1979, el Premio Nacional de Poesía 2000 y 2001 y el Premio Nacional de Literatura Infantil 2002.
Continuaremos: