Danilo Medina, quien gobernó la República Dominicana desde el 16 de agosto de 2012 hasta el 16 de agosto de 2020, rompió su silencio tras casi cinco años alejado de los reflectores mediáticos.
Esta entrevista, realizada en un medio radial de gran alcance, ocurrió en un momento en que su legado sigue siendo objeto de controversia, especialmente por los escándalos de corrupción que marcaron el final de su administración y la debacle electoral del PLD en 2020.
La decisión de hablar ahora parece responder a la presión pública y a la necesidad de defender su imagen frente a las acusaciones que involucran a su familia y su gestión.
-“Si usted me preguntara que si repito el Gobierno que hice, lo repito igualito. No estoy arrepentido de nada de lo que pasó en mi Gobierno; tuve conmigo un equipo todos estrellas”-
Uno de los temas centrales de la entrevista fue la corrupción administrativa durante sus dos mandatos, con especial énfasis en las acusaciones contra sus hermanos, Juan Alexis Medina Sánchez y Carmen Magalys Medina Sánchez. Estos forman parte del caso «Anti-Pulpo», una investigación liderada por la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA) que destapó una presunta red de malversación de fondos públicos.
En la entrevista, Medina abordó directamente las imputaciones contra sus hermanos, y afirmó que «se montó una campaña de descrédito, difamación e infamia» contra él y su familia, sugiriendo que las acusaciones forman parte de una estrategia de «judicialización de la política» para desacreditarlo. Reconoció que su hermano Juan Alexis hacía negocios con el Estado durante su gobierno, pero argumentó que esto no constituía un delito penal en sí mismo. Medina insistió en que sus familiares son perseguidos «solo por ser mis hermanos», posicionándose como víctima de un ataque político más que como responsable de los actos ilícitos.
–“Mis familiares son víctimas de ser hermanos de Danilo Medina, por eso están presos y por eso los persiguen»-
Su hermano Juan Alexis Medina es señalado como el cabecilla de una red que utilizó su influencia familiar para obtener contratos millonarios con instituciones públicas, involucrando a 22 organismos gubernamentales. Entre los cargos están asociación de malhechores, estafa contra el Estado y lavado de activos. Carmen Magalys, exdirectora del Fondo Patrimonial de Empresas Reformadas (FONPER), también está implicada. Las investigaciones revelaron un patrón de favoritismo y abuso de poder que contradice las afirmaciones de Medina de que no había delito.
La postura de Medina ha generado escepticismo. Observadores señalan que, como presidente, tenía la responsabilidad de supervisar la integridad de su administración. Su defensa de que los negocios de su hermano no eran ilegales choca con las pruebas presentadas por la PEPCA, que incluyen contratos sobrevalorados y empresas fantasmas. Esta narrativa de victimización podría interpretarse como un intento de eludir responsabilidad, especialmente cuando otros exfuncionarios de su gobierno también enfrentan cargos.
Más allá del caso de sus hermanos, el gobierno de Medina se vio salpicado por escándalos como el de Odebrecht, donde se comprobó que la constructora brasileña pagó sobornos para obtener contratos. Aunque Medina no ha sido imputado directamente, la percepción pública es que su administración toleró o facilitó un sistema de corrupción sistémica, lo que debilitó al PLD y erosionó su apoyo popular.
Otro aspecto relevante de la entrevista fue la referencia a la selección de Gonzalo Castillo como candidato presidencial del PLD en las elecciones de 2020, un proceso que marcó un punto de inflexión para el partido.
Medina mencionó indirectamente este tema al hablar de las tensiones internas del PLD. Según posts en X y reportes iniciales, algunos interpretaron que calificó a Castillo como un candidato «impuesto», lo que generó malestar entre quienes aspiraban a la candidatura, incluido Leonel Fernández. Medina no profundizó en el tema, pero su comentario sugiere una reflexión sobre las decisiones que llevaron al PLD a la derrota electoral.
La elección de Castillo en las primarias del PLD en octubre de 2019 fue controvertida. Fernández, quien buscaba la candidatura, denunció fraude electoral y alegó manipulación de los resultados por parte del sector de Medina. Castillo, entonces ministro de Obras Públicas y un aliado cercano de Medina, ganó por un margen estrecho (50.9% frente al 47.6% de Fernández), lo que exacerbó las divisiones internas.
La imposición percibida de Castillo, un político con poca experiencia carismática comparado con Fernández, alienó a una parte importante de la base del PLD. En las elecciones generales de julio de 2020, Castillo obtuvo solo el 37.5% de los votos, perdiendo ante Luis Abinader del Partido Revolucionario Moderno (PRM), quien capitalizó el descontento popular con el PLD. La derrota marcó el fin de 16 años de dominio peledeísta.
La elección de Castillo terciar en esa contienda del 2020 refleja una estrategia de Medina para mantener el control del partido, pero subestimó el costo político. Su comentario en la entrevista podría ser un intento de justificar esa decisión o de deslindarse de sus consecuencias, aunque no parece asumir plena responsabilidad por el resultado.
La ruptura entre Medina y Fernández, que culminó con la salida de este último del PLD y la fundación de la Fuerza del Pueblo en 2019, fue un tema implícito pero crucial en la entrevista.
Medina no mencionó directamente a Fernández, pero al hablar de la «judicialización de la política» y las tensiones internas, aludió al conflicto que dividió al PLD. También destacó su gestión en áreas como deuda, sector eléctrico y pensiones, lo que podría interpretarse como un contraste con Fernández, quien lo precedió y con quien mantuvo una relación ambivalente.
La fragmentación del PLD tuvo raíces en la lucha por el poder entre Medina y Fernández. En 2015, Medina impulsó una reforma constitucional para habilitar su reelección, lo que Fernández rechazó públicamente, organizando marchas masivas contra la medida. Aunque Medina ganó en 2016 con el 62% de los votos, la relación se deterioró aún más cuando intentó un tercer mandato en 2019, un plan que abandonó ante la oposición de Fernández y la presión social. Las primarias de 2019 fueron el detonante final: Fernández, al «perder» ante Castillo, abandonó el PLD, acusando a Medina de traicionar los principios del partido.
Fernández fundó la Fuerza del Pueblo el 20 de octubre de 2019, llevándose consigo a miles de seguidores y debilitando al PLD. En las elecciones de 2020, la FP obtuvo el 8.9% de los votos, consolidándose como tercera fuerza política, mientras el PLD quedó en segundo lugar. Este éxodo fragmentó la base peledeísta y marcó el fin de una alianza histórica que había dominado la política dominicana por décadas.
La salida de Fernández dejó al PLD en una crisis de identidad y liderazgo. Medina, al mantenerse en un perfil bajo tras 2020, no logró recomponer el partido, que sigue dividido entre sus leales y quienes buscan una renovación. La entrevista podría ser un intento de reposicionarse como figura unificadora, aunque su silencio previo y los escándalos asociados a su gestión dificultan esa tarea.
Las declaraciones de Danilo Medina en esta entrevista reflejan una mezcla de defensa personal y reflexión política. Sobre la corrupción, su postura de victimización frente a las acusaciones contra sus hermanos busca mitigar el daño a su imagen, pero no convence frente a las evidencias del caso Anti-Pulpo y la percepción de impunidad durante su gobierno.
En cuanto a la elección de candidatos, su posible alusión a Gonzalo Castillo como «impuesto» revela las fisuras internas que él mismo contribuyó a crear, mientras que la fragmentación del PLD con la salida de Fernández subraya una lucha de egos que debilitó al partido irreparablemente.
Medina parece intentar rescatar su legado destacando logros económicos y sociales, pero el peso de los escándalos y la derrota de 2020 lo atan a un capítulo oscuro de la historia dominicana. La entrevista, aunque un evento mediático significativo, no parece alterar la narrativa dominante: su gestión, aunque marcada por avances, quedó opacada por la corrupción y las divisiones que él, en parte, propició. La relación con Fernández, ahora líder de un partido rival, sigue siendo un eco del pasado que define el presente del PLD y la política dominicana.
LRS