José Enrique García, escritor, crítico literario, docente, tiene un ensayo que publicara el Banco Central de la República Dominicana en el año 2004, con el título: La palabra en su asiento.
La palabra en su asiento es una obra que tiene un carácter didáctico, creo debe ser un material de texto para los estudiantes de Humanidades, las Letras, de las universidades, es una investigación a fondo sobre la Palabra como fundamento de la vida «Todo fue creado por la Palabra y sin la Palabra nada se hizo. De la palabra nace la vida y la Palabra que es la vida es también nuestra luz, desde el principio de los tiempos presente está la palabra» La creación del mundo proviene de un acto de lengua, de la palabra,
Antes que todo comenzara ya existía aquel que es la palabra, la palabra estaba con Dios y la palabra era Dios, La palabra se hizo expresión, poesía. La poesía es un acto de palabra, mimético, que reproduce el mundo y al hacerlo se reproduce a sí misma. Cuando Aristóteles dice que la poesía era imitación estaba definiendo su naturaleza, cita a Vicente Huidobro, que como poeta y mago se apoyó en unos antiguos versos de un cantor aimara:
La naturaleza de la poesía, su carácter comunicativo, las épocas y las generaciones literarias, el contexto, García ‘busca desentrañar los valores propios de un grupo de poemas escritos en las primeras décadas del siglo XX’ que forman parte de la mejor tradición poética de la República Dominicana.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios
El poeta buscaba una razón más allá de la mimesis, de la creación, existen dos causas que determinan el origen de la poesía: desde niños tendemos a reproducir imitativamente y todos nos complacemos al reproducir las imitaciones.
“La poesía aun después de los siglos y de su misma evolución externa, continúa como un acto mimético. Un acto que imita lo externo e interno del mundo, que ilumina, que ayuda a captar a la realidad misma y a la vez a comprender el hecho humano en una dimensión que va más allá del instante del acto, en suma, un acto de conciencia”
Naturaleza de la poesía
La poesía es entendida como un acto de la palabra, por lo tanto, es un acto comunicativo que remite al signo lingüístico constituido por el significado y el significante que son inseparables como la vida y la muerte, decía el filólogo español, Dámaso Alonso que el uno sin el otro no es posible.
Cuando hablamos de poesía nos referimos a una estructura que surge de relaciones lingüísticas, el lenguaje es el centro de la poesía, la expresividad es la naturaleza de la poesía que radica en el lenguaje, el empleo de la palabra con su carga de historia y de actualidad la palabra unificada en lo sincrónico y en lo diacrónico.
Octavio Paz “La actividad poética tiene por objeto, esencialmente el lenguaje: cualesquiera que sean sus creencias y convicciones, el poeta nombra a las palabras más que a los objetos que estas designan, … en poesía el sentido es inseparable de la palabra, es palabra, en tanto que el discurso ordinario, así sea del místico, el sentido es aquello que denotan las palabras y que esta mas alla del lenguaje. (Paz, O. Corriente alterna (1967. Siglo XXI, México)
El poeta recuerda la respuesta de Stéphane Mallarmé a Degas: La poesía no se escribe con ideas sino con palabras.
¿Que determina que un texto sea poético y otro no lo sea? La expresividad es el fundamento del hecho expresivo, se halla en dos formas o condiciones una que se centra en una especial condición de ver el mundo y la otra, una también especial manera del sentir y usar el lenguaje.
Amado Alonso explica que “lo poético de una poesía consiste en un modo coherente de sentimiento y en un modo valioso de intuición. El sentimiento no tiene que ser vivido, puede ser contemplado y configurado cualitativamente por el poeta.
Arte poética, de Vicente Huidobro
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios
De igual manera, trata de ‘establecer, al margen de los valores históricos, sociológicos, ideológicos que puedan contener las obras, sus verdaderos valores, los expresivos’ para así poder enjuiciarlos correctamente y determinar la historicidad de los mismos y valorar dichos textos desde sí mismos, utilizando el enfoque de Pedro Henríquez Ureña con el cual apenas llegó a estudiar a tres poetas del siglo XX.
Se fundamenta el autor en las diferentes posiciones esteticistas de Carlos Bosoño y René Wellek, toma en cuenta las leyes fundamentales de la poesía de asentimiento y de modificación del uso lingüístico.
Este estudio aborda, el análisis poético a partir de la teoría de época, determinando como se insertan los textos dentro de este sistema y como queden reflejados los fundamentos del mismo. Los contextos, los elementos históricos, culturales, socioeconómicos, ideológicos y políticos los considera como estímulos Desde esta perspectiva considera el texto como un testimonio de expresión lingüística que, como consecuencia de su especificidad expresiva, refleja estos contextos.
El autor, ‘en procura de un informe crítico, de un ángulo desde el que se aborde el quehacer poético dominicano y que pueda iluminar las razones estéticas que legitiman un periodo poético y sus obras fundamentales, a partir del análisis de lo específico del texto se puede llegar a determinar sus valores expresivos y además, su vinculación con la historia.
Los poemas objetos de un análisis profundos, son los siguientes:
- Tímpano de la montaña de Otilio Vigil Diaz
- Poema de la hija reintegrada de Domingo Moreno Jimenes
- Canto triste a la patria bien amada de Héctor Inchaustegui Cabral
- Yelidá de Tomas Hernández Franco
- Compadre Mon (fragmentos) de Manuel del Cabral
- Muerte en blanco, Vlía y Retiro hacia la luz de Freddy Gatón Arce
- A la luz de las crónicas de Manuel Rueda
José Enrique García es poeta, narrador, ensayista, editor, crítico literario y profesor. Realizó estudios en Educación y Letras en la Universidad Pontificia Católica Madre y Maestra. Obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Comenzó su trayectoria profesional como profesor de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Ha colaborado como crítico literario en «Isla Abierta», suplemento del diario Hoy.
Entre sus obras más importantes, se destacan Meditaciones alrededor de una sospecha (1977), El fabulador (1980), Ritual del tiempo y los espacios (1982), Contando lo que pasa (1986), Cuando la miraba pasar (1987), Huellas de la memoria (1994), Una vez un hombre (2000), Recodo (2001), Un pueblo llamado pan y otros cuentos infantiles (2002), La palabra en su asiento. Análisis poético (2004), Juego de villanos (2006) y El futuro sonriendo nos espera (2007).
José Enrique García ha recibido, entre otras distinciones, el premio Siboney de Poesía 1979, el Premio Nacional de Poesía 2000 y 2001 y el Premio Nacional de Literatura Infantil 2002.