Juan Rivero es un poeta dominicano radicado en la ciudad de Nueva York, cuya biografía aparece en la Antología de Poetas de la Diáspora de Franklin Gutiérrez, tiene un poemario titulado: El Libro de Paloma, con diseños de Evelyn Álvarez, agradecimientos a Alexandra Franco. Tiene 8 cantos.
El Canto I nos invita a reflexionar sobre la relación entre el alma y la existencia, el contraste entre la introspección y la presencia física, y la búsqueda de armonía en medio del caos y la incertidumbre.
Tiene varias referencias a la «Paloma de celeste aura» que simboliza la pureza, la paz y la espiritualidad, elevando la visión a un plano celestial y místico. La figura de la mujer “¡Mujer! Paloma de brillante luz” representa un ideal de inspiración, guía y presencia esencial en la vida del poeta. .¡Mujer! ¡Paloma irisada de lluvia! ¡PALOMA que me vuelas el alma! Paloma de sereno vuelo. El poeta emplea imágenes poéticas y metáforas que enriquecen su mensaje, invitando al lector a contemplar la belleza de lo efímero y la profundidad del alma humana.
Desde el inicio,
El poemario de Paloma es una reflexión sobre la dualidad de la existencia, la búsqueda de paz interior y la esperanza en la conexión espiritual y emocional.
El libro de Paloma
I
He descendido celeste
sin milagros de dudas
He cautivado la distancia
en metódico vuelo
La expresión «He descendido celeste sin milagros de dudas» sugiere una elevación espiritual a la vez que el inicio de un viaje en las profundidades de la conciencia del ser y del mundo.
Pero tú …
obligada a conjugar la risa
me esperas en medio de la lluvia
y acaracolada de perlas
apareces en la calle
meditando distancia.
Se establece una dualidad entre el yo poético y la otra figura, que parece ser un reflejo, una presencia cercana o quizá un ideal. Por otro lado, el contraste de la presencia física, tangible de otra persona “de andar premeditado”, obligada a conjugar la risa y esperando en medio de la lluvia, rodeada de perlas y meditando en la calle… la descripción «tu compulsivo cuerpo desciende cual mágica aura»
Tu compulsivo cuerpo
desciende cual mágica aura
y el ofidio que se irguió
para morir; nieve fría
sepultóse en las sombras
de la luz que se extiende
en un rumbo distinto
al de mi boca
Pero …
es solo
tu sueño,
pues te he encontrado caminando
con tus pasos de sierva
-ligero andar premeditado –
en tanto yo caía cual gota
de milenaria lluvia repetida.
El sueño y el caminar, nos sugiere que la realidad puede ser un también un sueño, una ilusión.
Yo que he sido silencioso
caminante de paz
Vengo en el exacto momento
del ocaso ultimo
que nos aguarda
Y tú,
tú giras cantando
bajo la lluvia.
¡Somos seres armónicos!
El poeta se encuentra en un estado de contemplación silenciosa, caminando en paz, en un momento preciso del ocaso que se avecina. La imagen final, donde la otra figura gira cantando bajo la lluvia, y la declaración «¡Somos seres armónicos!», cierra el poema I en una nota de unión y armonía, como si a pesar de las diferencias, ambos compartieran un ritmo universal.
El poema II es una oda a la esperanza de la unión eterna, una visión espiritual que trasciende la existencia física para celebrar la continuidad del ser en la luz y la paz del cosmos. Es un recordatorio de que, más allá de las fronteras materiales, existe una conexión profunda y espiritual que nos une y nos guía hacia la eternidad.
«Cuando seamos idos» sugiere un estado de existencia más allá de la vida terrenal, como viajeros en el espacio que trascienden la realidad física. La idea de un ser en unión con otro, en un lugar seguro y eterno, refleja una esperanza de reencuentro y de continuidad de la esencia más allá de la muerte. La invitación a volar hacia el regazo donde duerme «PURANA» sugiere un regreso a la fuente primordial, a la esencia de la vida y la eternidad, ganando así el derecho a la inmortalidad.
Cuando seamos idos,
viajeros trascendentes en el espacio,
será lugar seguro
tu ser en mi ser unido
Entonces recuperaras la vida
liada de mis brazos
para volver a ser como yo
comienzo del principio
polvo del cosmos revuelto
manifestación primera de la vida
Serás
¡Paloma de celeste aura!
Ahora, volemos hacia el regazo
donde duerme PURANA
y al ganar el derecho
de la vida eterna
El poema III es un viaje por un mundo de sueños, donde la espiritualidad, el amor y la introspección se entrelazan en una danza de entrega y revelación. Utiliza imágenes poéticas y simbólicas para expresar la belleza de un amor que trasciende los límites materiales, elevándose hacia un estado de plenitud y comunión universal un viaje interior que refleja la búsqueda de unión, la entrega y la trascendencia del alma
«tu ser en mi» sugiere un mundo de sueños donde la frontera entre ambos desaparece. La imagen de repujar «la última sonrisa suspendida en tu boca» transmite un acto de creación o de conservación de un instante de ternura, una huella indeleble en la memoria del alma. La delicada silueta del pelo, alcanzada en esa visión, simboliza la cercanía y la intimidad que se vive en los sueños, donde lo físico y lo espiritual se funden en una sola experiencia.
El acto de «suelta el alma» y «liberado mi espíritu» indica una entrega total, una apertura a la libertad del ser interior. Caminar junto a esa presencia en el «recodo final de la calle» simboliza un recorrido hacia lo desconocido, hacia un encuentro más allá de los límites cotidianos. La subida hasta la casa en un «cabo de luna» y la espera en silencio reflejan la paciencia y la contemplación, un acto de espera mística que culmina en el ingreso al lugar donde «reposabas», en un acto de intimidad y recogimiento.
La referencia a un «tálamo virgen» y a probar el «Pan de tu Vino» evoca rituales de unión pura y sagrada, donde la razón de ser se revela en la comunión de ambos. La imagen de despertar del sueño, surgido del espejo en la cara del ser amado, sugiere una transformación, una revelación de la verdadera esencia oculta tras la apariencia. La morada triste donde habita esa presencia se llena entonces de luz y canto, esparciéndose por el orbe, como una celebración de la unión espiritual y del amor que trasciende lo físico.
El poema IV nos trae una visión esperanzadora y utópica de un futuro en el que la humanidad alcanza la plenitud, la armonía y la paz, un mundo donde las divisiones, las desigualdades y el sufrimiento desaparecen, dando paso a una existencia unificada y llena de luz. “Gobierno de paz, armonía y Amor» que conjugarán hasta el «principio de todos los comienzos» expresa la aspiración por un orden social fundamentado en valores universales y eternos.
La referencia a «los picapedreros azules» que «ganan el pan del pico» al sonoro fluir del cielo, y que «habrá de amortajarlos algún día», implica una metáfora de los trabajadores y creadores que construyen y sostienen ese mundo de paz, una humanidad liberada de «alambres de estómagos recluidos», simbolizando las cadenas del hambre, la opresión y la privación, y la conquista de «la plenitud de la palabra», envuelta en un «caracol cincelado de perlas», que representa la belleza y el valor de la comunicación auténtica y sagrada. Cuando ese momento llegue, «correremos ¡libre!» hacia un lugar donde la existencia trasciende lo físico, hacia «el ápice último» donde reside la luz que irradia y llena todo.
El canto V es una declaración de amor y amistad ¡Mujer y amiga! expresa una conexión íntima y espiritual entre dos seres, que trasciende lo físico para alcanzar niveles de comunión casi mística, donde la presencia y la esencia se funden en un diálogo de alma a alma.
¡Mujer y amiga!
He despertado de mí
amparado en tus manos
y …
aferrado a tu pubis
en armonía gloriosa
hacia el etéreo
Girando Volcánico
en tu vientre
Aspirando la fragancia
de tus poros
Asido, al borde del abismo
de tus labios
¡Ululé tu nombre
en mis entrañas!
Y quede flotando entre tu cuerpo
y mi limbo
¡Mujer y amiga!
¡Primavera de rosas!
Te até a mi cuello,
en concierto cósmico
¡Amiga pasajera de la tarde!
Y eres Pergamino valido
de pies a cabeza
Sonoro yo
que se fugó con la tarde
agazapado en la brisa
para encender fanales en el cielo
Y la luz iridiscente
de mi antorcha
iluminó tu rostro.
El poeta se describe a sí mismo como una presencia, un soporte en la lluvia, y afirma haber sido irradiado en el orbe, indicando una expansión de su espíritu y un reconocimiento de su existencia en el universo. La metáfora de caminar verano adentro, volar como gaviota, nadar como delfín, expresa una libertad absoluta y una integración con la naturaleza, simbolizando la plenitud del alma que se entrega y se conecta con la otra persona.
La repetición de la imagen de la mujer caminando por su cuerpo, reclinada en la lluvia, y conquistando su alma, enfatiza la influencia y el poder de esa presencia femenina en su vida. La declaración de haber despertado en sus manos, aferrado a su pubis en armonía, revela la íntima unión física y espiritual, un acto de entrega total y gloriosa hacia lo etéreo y lo sublime, en un ciclo de amor y deseo que gira como un volcán en erupción.
El acto de ulular su nombre en las entrañas y quedar flotando entre su cuerpo y el limbo expresa una comunión profunda, una fusión de almas que trasciende el tiempo y el espacio. La referencia a la primavera de rosas y a la mujer como un pergamino válido de pies a cabeza fortalece la idea de una belleza y una historia que se escriben en la piel y en el alma.
Finalmente, la imagen del poeta que se fuga con la tarde, agazapado en la brisa, y enciende fanales en el cielo, simboliza la inspiración y la luz que emana de esa relación, iluminando no solo su propio camino sino también el universo que los rodea.
VI
Estoy hecho de paz
inquebrantable
de armonía terrena
Soy
antorcha
que trae la tardecita
anidada en tu cabeza
Haz centelleante
que descubre la mar
embravecida, en la penumbra
Estoy
hecho de paz inquebrantable
de armonía terrena
Yo
Iconoclasta emancipado
he rebasado la distancia
los siglos
Y ahora
peregrino mis ansias
por el cosmos
Pero…
he sido, también,
agua de árboles celestes
semilla caída con la lluvia
palabra liberada en otoño
Y ahora,
espacio abierto,
deambulo descalzo por las piedras
Arena que huello con mis plantas
Mas …
tus ojos que fulguran
en un mágico halo
bailan al compás de
mi pífano
Y, ahora que comulgo
con la esencia de tu esencia
Escapando hacia ti
vuelvo a tu vientre
VII
¡Mujer! Paloma de brillante luz
De ti he surgido a la vida
He llegado a este hoy
palabra en mano
hecho de ayer y hoy
hoy y mañana
Y tocado de memoria
seguí tu sombra
en la distancia
Y soy ayer desde hoy
e inevitablemente mañana
seré
el más jubiloso
de tus sueños
¡Mujer! Paloma de sereno vuelo
nos encontramos bajo el mapa
en que se abren los surcos cementeros
Y no se acaba el tiempo
Ni yo, ni tú
ni la tarde se marcha
en silencio.
Pero un día, volaremos
hacia otro orbe
e impregnados de luz
alcanzaremos la sombra
de la multitud que nos aguarda.
¡Paloma irisada de lluvia!
Viajaremos, de ti hacia mí,
en el transcurso de la lluvia,
de mi hacia Ti
en el transcurrir de la vida
Y hechos rosa del estío
Austeramente nosotros
con nosotros
Sumados a las aguas de los mares
Seremos Cóndor que remonta su vuelo
A lo infinito.
La referencia al cóndor que remonta su vuelo hacia lo infinito remata la visión de libertad, elevación y trascendencia. El poema, en su conjunto, expresa un amor que trasciende lo físico, una conexión espiritual que viaja a través del tiempo y los espacios, buscando siempre la elevación y la unión con lo eterno.
El poema VIII
Expresa una visión de trascendencia y unión profunda entre el poeta y la mujer, utilizando metáforas de paz, luz y vuelo para simbolizar una conexión espiritual que trasciende las limitaciones terrenales. La llegada al “páramo prometido” o “otro plano de paz” sugiere un viaje hacia un estado de plenitud, donde la existencia se llena de significado, palabras y luz, indicando una dimensión de serenidad y realización plena.
La intención de recorrer “las calles palma a palmo” en esa dimensión indica una exploración consciente y cercana de ese espacio sagrado, donde cada paso revela una conexión íntima y profunda.
El acto de “conquistar la última hora de la tarde” simboliza la conquista del tiempo final, quizás la muerte, o un momento de transición, en el que el amor y la memoria permanecen intactos. La promesa de esculpir su nombre en la costra de los árboles, en un “alba cósmico”, evoca la eternidad, la permanencia y la memoria cósmica, donde los nombres y las huellas se inscriben en la naturaleza misma, en un acto de reverencia y amor eterno.
La referencia a “cuando la vida fue principio en el planeta” remite a un tiempo primordial, a un origen universal, sugiriendo que esa unión y esa paz alcanzada en esa dimensión superior son parte de un ciclo eterno, que remite a los comienzos de la existencia y a la unidad primordial del ser.
En conjunto, este poema refleja una aspiración espiritual de unión, paz y eternidad, donde el amor se convierte en un acto de trascendencia que conecta la existencia individual con el cosmos, en un viaje hacia la luz, la paz y la memoria eterna.