Los Cueros de Borojol: Origen de un Término y Transformación de un Espacio Urbano en Santo Domingo
Por Ramon Espinola
Introducción
En la República Dominicana, el vocablo popular “cuero” se utiliza para designar a las prostitutas. Este término, lejos de ser una mera expresión coloquial, posee un trasfondo histórico que se remonta a los orígenes mismos de la colonia y que, con el paso de los siglos, se vinculó a la vida nocturna y bohemia de la ciudad de Santo Domingo. El presente trabajo busca esclarecer los orígenes de dicho término y su relación con la barriada conocida como Borojol, espacio emblemático de la cultura popular dominicana durante las primeras décadas del siglo XX.
Del oro al cuero: la economía colonial
A mediados del siglo XVI, tras el agotamiento de las minas de oro en La Española, la economía colonial experimentó un cambio significativo.
La población que hasta entonces dependía de la minería debió reorientarse hacia otras actividades productivas, siendo la ganadería cimarrona una de las más rentables.
Los animales traídos por Cristóbal Colón en su segundo viaje se multiplicaron rápidamente, convirtiéndose en manadas salvajes. La abundancia de ganado generó una nueva fuente de riqueza, pero en una época sin refrigeración la carne carecía de valor comercial: solo una pequeña parte podía ser salada y consumida localmente. Lo verdaderamente rentable era el cuero vacuno, que se exportaba a Europa, donde existía una alta demanda.
Diversos documentos señalan la magnitud de esta actividad. Entre 1544 y 1546, el obispo Rodrigo de Bastidas llegó a poseer unas 25.000 reses, mientras que doña María de Arana, viuda de Diego Solano, administraba alrededor de 42.000 cabezas de ganado. Estos datos confirman la importancia de la ganadería en la temprana economía colonial.
Los cueros como forma de pago
El puerto de Santo Domingo se convirtió en el centro de exportación de cueros hacia la metrópoli. Los marineros encargados del transporte recibían parte de su salario en pedazos de cuero, con los que comerciaban en Europa o, en ocasiones, utilizaban como moneda de cambio en la propia ciudad.
De manera particular, algunos marineros los ofrecían como pago a mujeres que ejercían la prostitución en el puerto. Aquellas mujeres aceptaban los pedazos de cuero, que luego podían intercambiar con artesanos y zapateros locales. Este hecho dio origen al uso del término “cueros” para designar a las prostitutas, expresión que se mantuvo en el habla popular dominicana a lo largo de los siglos.
El surgimiento de Borojol
Durante la Ocupación militar estadounidense (1916-1924), Santo Domingo fue escenario de la consolidación de espacios urbanos dedicados a la prostitución y la vida nocturna. Entre estos destacó una barriada conocida posteriormente como Borojol.
La denominación, según la tradición oral, se originó cuando un soldado estadounidense, al ver el ambiente de jolgorio, lo comparó con el barrio Borough Hall de Brooklyn. La deformación lingüística convirtió “Borough Hall” en “Borojol”, nombre que perduró en el imaginario urbano.
Ubicado en el perímetro comprendido entre la Avenida Capotillo (hoy Mella), la calle Doctor Betances, la calle Barahona (por la parte conocida como El Timbeque) y las inmediaciones de la planta eléctrica cercana al puente Ulises Heureaux, Borojol se consolidó como el principal centro de diversión popular de la capital dominicana en las primeras décadas del siglo XX.
Vida social y cultural en Borojol
Borojol albergó una amplia red de bares, cabarets y cafetines que ofrecían música, bebidas y prostitución.
El ambiente era accesible a diferentes estratos sociales: una noche de baile con una mujer costaba alrededor de cincuenta centavos, mientras que una botella de ron se adquiría por treinta y cinco centavos.
El barrio se convirtió en un espacio de encuentro cultural. Allí se afirma que surgió el son criollo y fue visitado por figuras internacionales como el Trío Matamoros, Benny Moré y Daniel Santos, quienes lo integraron a la bohemia musical del Caribe.
No obstante, Borojol no se reducía únicamente a la prostitución: también residían familias dedicadas a oficios artesanales y servicios domésticos, lo que revela la complejidad social del barrio.
Declive y memoria histórica
El auge de Borojol se extendió desde la Ocupación estadounidense hasta mediados del siglo XX. A partir de la década de 1950, nuevas zonas como Villa Consuelo y los llamados “kilómetros” comenzaron a desplazar su centralidad en la vida nocturna capitalina.
Hoy, Borojol sobrevive únicamente en la memoria colectiva y en las crónicas de la vida urbana. Su historia ilustra cómo los procesos económicos de la colonia dieron origen a un término —“cueros”— que trascendió siglos, y cómo, en el siglo XX, dicho término se asoció a un barrio que encarnó la cultura popular, la música, la bohemia y la marginalidad de Santo Domingo.
Conclusión
El estudio del origen del término “cueros” y del espacio social de Borojol permite comprender las interrelaciones entre economía, cultura y vida urbana en la República Dominicana. Desde los primeros marineros que pagaban con pedazos de piel hasta los músicos caribeños que animaron los cabarets de la capital, la historia de los cueros constituye un testimonio de la permanencia del lenguaje popular y de los espacios de sociabilidad que marcaron la identidad urbana de Santo Domingo.
(Nota) Relato intrahistórico del libro “Memorias del olvido” de Ramon Emilio Espinola. El cual puede obtenerse en Amazon

