-Sin barrotes pero con millones: hermanos Espaillat evaden la cárcel tras tragedia en Jet Set-
Por Redaccion de Teclalibre
Santo Domingo.-A pesar de que sobre sus hombros pesa la muerte de 236 personas tras el derrumbe del techo de la discoteca Jet Set, los hermanos Antonio y Maribel Espaillat dormirán tranquilos en casa. El Tribunal de Atención Permanente del Distrito Nacional, en una decisión que para muchos huele más a impunidad que a justicia, rechazó imponer prisión preventiva y optó por una medida más… “light”: una garantía económica de 50 millones de pesos, impedimento de salida y presentación periódica.
La jueza Fátima Veloz, quien tuvo la gentileza de deliberar durante más de 12 horas, entendió que no era necesario encerrar a los acusados de homicidio involuntario por supuesta negligencia en el mantenimiento del local. Eso sí, reconoció que la estructura presentaba daños serios, fue mal “remodelada”, y que Antonio fue advertido del peligro un día antes de la tragedia. Pero, claro, advertido no es culpable… ¿o sí?
El Ministerio Público, que había pedido prisión preventiva para Antonio y arresto domiciliario para Maribel, se retiró con las manos vacías y el ceño fruncido. Wilson Camacho, director de persecución, anunció una apelación inmediata, alegando que los imputados podrían interferir con el proceso, algo que ya habría ocurrido con presuntas intimidaciones a un testigo.
Del otro lado del ring judicial, Miguel Valerio, abogado de los hermanos, aplaudió la decisión y aseguró que sus clientes han colaborado con la justicia y los peritos. Colaboradores sí, pero no responsables, parece ser la narrativa.
Mientras tanto, abogados de unas 80 víctimas exigen que se reconsidere el caso como homicidio voluntario, ya que, a su juicio, los propietarios conocían el peligro inminente y no hicieron nada. Una omisión tan mortal como premeditada, en opinión de las querellas.
Como dato no menor, Antonio Espaillat no es cualquier empresario: es el dueño de decenas de emisoras de radio, muchas de ellas entre las más escuchadas del país. Un poder mediático que, según críticos, podría servir más para moldear la opinión pública que para enfrentar la justicia.
La pregunta en el aire: ¿puede el peso de los millones desbalancear la balanza de la justicia?
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