-“El Gran Hermoso Desastre”: Senado al borde del colapso por aprobar el megaproyecto de Trump-
Redaccion Teclalibre
Washington DC — El Senado de los Estados Unidos amaneció este martes sumido en una mezcla de insomnio legislativo y sudores fríos. Todo por culpa del llamado “Gran Hermoso Proyecto de Ley”, una biblia fiscal de 940 páginas que mezcla recortes, sacrificios y un aroma inconfundible a elecciones.
La criatura, parida entre bastidores por el equipo de Donald Trump y apadrinada por los líderes republicanos, busca dos cosas: recortar impuestos a los ricos y “adelgazar” programas sociales como Medicaid… dejando, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, a 11.8 millones de personas sin seguro médico antes de 2034. Pero tranquilos, el déficit solo aumentaría en unos 3.3 billones de dólares. Bagatela.
Entre bostezos, votaciones eternas y caras largas, el líder de la mayoría, John Thune, de Dakota del Sur, intentaba anoche atar los últimos cabos sueltos. Unos senadores no quieren dejar sin salud a medio país, otros quieren aún más recortes, y otros —como Rand Paul— quieren reducir el aumento del techo de deuda (pero no tocar los recortes a los amigos del club del billón). El equilibrio es precario, pero ¿quién necesita dormir cuando hay que cumplir el capricho de Trump antes del 4 de julio?
Como figura decorativa con poder letal, el vicepresidente JD Vance merodeaba por el Capitolio, listo para desempatar si alguien se atreve a pensar diferente.
Mientras tanto, en la Cámara de Representantes, el presidente Mike Johnson —republicano de Luisiana y profeta del apocalipsis fiscal— advertía que el texto podría chocar de frente contra los suyos. Porque una cosa es recortar, y otra es que parezca que estás pensando en los pobres.
Y como no podía faltar, Elon Musk entró al ruedo desde su trono digital, calificando a los republicanos como “¡el PARTIDO DEL CERDITO!”, por querer inflar el techo de la deuda en 5 billones. Desde que tiene cohetes y robots, el hombre ya no tolera ni a los suyos.
Entre tanto, Lisa Murkowski (Alaska) y Susan Collins (Maine) siguen jugando al “veremos”, como si estuvieran decidiendo entre dos tipos de té, mientras los republicanos las rodean cual manada hambrienta.
Y por si había dudas de que todo esto es una comedia trágica, Trump, mientras abordaba su avión rumbo a Florida, soltó una perla que resume el espíritu de la ley:
«No quiero volverme loco con los recortes. No me gustan los recortes».
Traducción: Los hago, pero con cariño.
En resumen, el Senado arde. La Casa Blanca mira el reloj. Y los estadounidenses… bueno, ellos miran cómo les desaparece el seguro médico desde el sofá.
rodriguezsluism9@gmail.com