-Sheinbaum enfrenta a Google por «bautizo indebido» del Golfo de México.
¿Google se volvió geógrafo oficial de Washington? Parece que sí… o al menos eso se desprende de la polémica que ha encendido los mapas digitales de la gigante tecnológica. La presidenta Claudia Sheinbaum no se anduvo por las ramas y soltó este viernes que su gobierno ya ha demandado formalmente a Google, luego de que esta modificara el nombre del Golfo de México en su plataforma, identificando parte del mismo como “Golfo de América”.
Durante su ya habitual rueda de prensa matutina, la mandataria aclaró que el reclamo no es un berrinche patriótico, sino una exigencia bien fundada. “(Google) ya está demandado, ya hubo una primera resolución y se está esperando”, afirmó con gesto firme, mientras recordaba que el cambio de nombre se ampara en un decreto del gobierno estadounidense… sí, aquel de la era Trump.
Pero la cosa no es tan simple como parece. El famoso “Golfo de América” —nombre que suena más a parque temático que a accidente geográfico— solo aplicaría, según el decreto, a la parte de la plataforma continental que le corresponde a Estados Unidos. “No tienen atribuciones para renombrar todo el golfo, porque eso es una competencia internacional”, puntualizó Sheinbaum con un dejo de ironía.
Y es que la postura mexicana no es un capricho ni una nostalgia por la cartografía de primaria. La cancillería ya envió una carta a Google en enero, firmada por el canciller Juan Ramón de la Fuente, donde se deja claro que el nombre Golfo de México no es una ocurrencia nacionalista, sino una denominación con peso legal y reconocimiento internacional. La Organización Hidrográfica Internacional —sí, esa que sí sabe de mares y fronteras— lo tiene registrado tal cual.
La sospecha flota sobre si Google actuó por iniciativa propia o si alguien en Washington aprovechó su influencia para “americanizar” un poco más las aguas del sur. Mientras tanto, México le pide a la plataforma que, por lo menos, respete las reglas del juego y no ponga etiquetas donde no le tocan.
Después de todo, si cada país empezara a renombrar mares y océanos a su antojo, pronto podríamos ver el “Mar Caribe Texano” o el “Océano Atlántico de la Libertad”.
