-Selinée Méndez propone enseñanza obligatoria de la Constitución en las escuelas: ¿reto educativo o simple buena intención?-
Por Redacción Teclalibre
Santo Domingo, R. D., 20 de junio de 2025
En medio de un panorama democrático que no goza precisamente de su mejor salud, la diputada Selinée Méndez ha lanzado una propuesta que, al menos en el papel, apunta hacia la raíz del problema: la educación cívica. Su proyecto de resolución, sometido ante la Cámara de Diputados, busca que el Ministerio de Educación convierta la enseñanza de la Constitución dominicana en una materia obligatoria y transversal en todos los niveles del sistema educativo.
¿Educación constitucional desde la cuna?
La resolución reconoce una verdad insoslayable: muchos ciudadanos llegan a la adultez sin haber hojeado, ni mucho menos comprendido, la Constitución que los rige. Según Méndez, esto atenta directamente contra la posibilidad de construir una ciudadanía crítica, participativa y respetuosa de la ley. Su propuesta no solo pide que se enseñe la Carta Magna como un conjunto de artículos, sino que su estudio se convierta en una herramienta para la formación ciudadana activa.
“En tiempos donde la democracia enfrenta diversos desafíos, resulta urgente cultivar una cultura constitucional que fortalezca el respeto a la ley, la institucionalidad y el ejercicio responsable de la ciudadanía”, dice la diputada.
Un planteamiento que no carece de razón, pero que inmediatamente nos remite a una pregunta clave: ¿puede enseñarse el respeto a la Constitución en un país donde a menudo se gobierna bordeándola —cuando no ignorándola directamente?
El proyecto va más allá del libro de texto: insta al MINERD a revisar los planes de estudio, capacitar docentes y diseñar actividades extracurriculares enfocadas en la Constitución. Todo eso suena ideal, pero la historia reciente del sistema educativo dominicano está llena de reformas bien intencionadas que se quedaron en el escritorio ministerial.
Además, la pregunta del millón: ¿cómo se pretende enseñar “respeto a la institucionalidad” en aulas cuyas ventanas apenas tienen cristales, y cuyos maestros, muchas veces, ni siquiera han recibido formación cívica sólida?
La propuesta de Méndez puede ser vista como un paso audaz en un Congreso que a menudo legisla más por reacción que por convicción. Sin embargo, su éxito dependerá no solo de la voluntad política, sino de una profunda transformación del sistema educativo y del ejemplo que brinden las propias autoridades.
Porque si algo enseña la Constitución —cuando se la toma en serio— es que la ley no puede ser solo materia de estudio, sino principio rector de la vida pública. Y eso, por ahora, sigue siendo una asignatura pendiente.
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