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EL CLUB DE LOS FRANCOTIRADORES VERBALES

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-Putin, Netanyahu y Trump: El club de los francotiradores verbales-

Redaccion de Teclalibre:

En un mundo cada vez más dominado por la diplomacia de micrófono abierto y amenazas de exportación, Vladímir Putin —sí, el mismo que no se inmuta ni con una guerra de trinchera— salió al ruedo del Foro Económico de San Petersburgo para restarle dramatismo al ultimátum estilo Hollywood que lanzó Benjamín Netanyahu contra el ayatolá Alí Jameneí.

El líder ruso, con ese tono suyo tan frío como el vodka siberiano, dijo que las amenazas de Netanyahu «mejor que se queden en el ámbito de la retórica», lo que, traducido del diplomático al humano, significa: “Netanyahu, cállate y siéntate”. Porque si algo le molesta a Putin, es que otros jueguen al matón global sin invitarlo al guion.

Netanyahu, por su parte, parece estar viendo muchas películas de acción últimamente. Aseguró que eliminar a Jameneí no escalaría el conflicto (¿acaso está leyendo guiones de Netflix en lugar de informes de inteligencia?). Según él, el asesinato sería “el final del conflicto”. Claro, porque cuando uno mata a un líder religioso de 85 años, con millones de seguidores dispuestos al martirio, eso mágicamente apaga la guerra. Un genio de la geopolítica.

Pero el que no podía faltar al show fue Donald Trump. En modo sheriff texano, advirtió que “sabemos dónde se esconde Jameneí y es un blanco fácil”. Esa frase, digna de un spaghetti western, suena más a desafío de videojuego que a declaración presidencial. No contento con haber roto casi todas las reglas del decoro diplomático, ahora quiere jugar a la cacería de ayatolás en horario estelar.

Mientras tanto, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov —quien últimamente parece un traductor de la indignación putinista— dijo que todo esto es “alarmante”. Traducción: «Nos encanta ver el mundo arder, pero al menos actúen con discreción”. Porque incluso para los rusos, que no son precisamente monjes tibetanos, la idea de andar anunciando asesinatos de jefes de Estado ya raya en la diplomacia de caricatura.

Y mientras los tres machos alfa del escenario global compiten a ver quién dispara primero la lengua más incendiaria, Jameneí responde calificando todo de “ridículo y amenazante”. Es decir, lo de siempre… pero con barba y turbante.

En este juego de testosterona geopolítica, lo que preocupa no es solo el tono de las amenazas, sino la banalización del asesinato político como herramienta diplomática. ¿Es esto el nuevo «arte de negociar»? ¿Un reality show de líderes hablando de matar como quien pide pizza?

Y Putin, aunque se ponga el traje de estadista sensato, no engaña a nadie: en realidad está disfrutando el espectáculo… mientras toma nota.

¿Próxima entrega? “Quién quiere matar a Kim Jong-un”. No se lo pierda, cortesía de los nuevos valores occidentales.

rodriguezsluism9@gmail.com

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