-Erik Prince y Haití: drones, mercenarios y un contrato con olor a pólvora-
Por Luis R. Salcedo en la redacción de teclalibre- con información de The New York Times
El controversial contratista militar Erik Prince —fundador de la tristemente célebre empresa Blackwater, conocida por una masacre de civiles en Irak— ha vuelto a los titulares. Esta vez, con un pie firme en Haití y otro en lo que parece ser una operación que mezcla Hollywood, guerra privada y un tablero geopolítico de alto riesgo.
Según reveló The New York Times, Prince ha firmado un acuerdo con el gobierno haitiano para lanzar una ofensiva contra las pandillas que tienen a la nación caribeña al borde del colapso total. Su misión: utilizar aviones no tripulados, es decir, drones armados, para eliminar a líderes de bandas criminales que hoy por hoy dominan barrios enteros de Puerto Príncipe y aterrorizan a la población.
Fuentes oficiales tanto haitianas como estadounidenses confirmaron al medio neoyorquino que desde marzo, el equipo de Prince —sí, el mismo que fue aliado estratégico del expresidente Donald Trump— ha estado piloteando drones desde puntos aún no divulgados. Pero a la fecha, no se ha informado de ningún «objetivo de alto valor» abatido o capturado.
Como si fuera poco, Prince también ha estado reclutando veteranos haitianos —algunos dicen que con nostalgia de uniforme— con la idea de formar una fuerza especial. El plan es enviar hasta 150 hombres a Puerto Príncipe durante el verano. A eso se suma el reciente envío de un “generoso” cargamento de armas, de acuerdo con dos expertos en seguridad citados por The New York Times.
Aunque oficialmente el gobierno haitiano mantiene un perfil bajo sobre el asunto, la operación huele a una mezcla de desesperación, pragmatismo y vieja escuela del «outsourcing» militar. Porque cuando el Estado pierde el control, aparecen los privados con soluciones… letales.
Así, el drama haitiano suma otro capítulo digno de novela negra. Y Erik Prince, como es habitual, vuelve a estar en el centro del huracán —con contrato en mano, drones en el aire y más de un ceño fruncido en la comunidad internacional.
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