Al menos 31 personas han muerto y 101 han resultado heridas como consecuencia de los primeros ataques de una operación militar ordenada por Donald Trump, como presidente de Estados Unidos, contra posiciones de la insurgencia hutí en la capital de Yemen, Saná.
Estos ataques, que comenzaron ayer, fueron descritos por Trump como una «acción militar decisiva y contundente» en respuesta a lo que él calificó como una campaña de piratería, violencia y terrorismo por parte de los hutíes, respaldados por Irán, contra buques, aeronaves y drones estadounidenses y de otros países en el mar Rojo. El Ministerio de Salud controlado por los hutíes informó que muchas de las víctimas eran mujeres y niños, y calificó los ataques como un «crimen de guerra».
Fuentes locales indicaron que los bombardeos, ejecutados por fuerzas aéreas y navales estadounidenses, alcanzaron objetivos estratégicos como arsenales de armas, radares, sistemas de misiles y drones, muchos de los cuales estaban ubicados en instalaciones subterráneas de difícil acceso.
Residentes de Saná describieron escenas de caos, con columnas de humo elevándose sobre el aeropuerto y el barrio de Al Jarf, donde un cuartel hutí fue destruido. Testigos también reportaron que los ataques afectaron áreas residenciales, lo que contribuyó al alto número de víctimas civiles, incluyendo mujeres y niños, según las autoridades hutíes.
Trump justificó la operación en un mensaje publicado en su plataforma Truth Social, afirmando que los hutíes habían «paralizado el comercio global» al atacar más de 100 buques mercantes desde finales de 2023, hundiendo dos embarcaciones y causando la muerte de al menos cuatro marineros. Calificó la respuesta de su predecesor, Joe Biden, como «patéticamente débil», argumentando que no logró detener las agresiones hutíes. «Nuestros valientes combatientes están usando una fuerza letal abrumadora para proteger la libertad de navegación y los intereses estadounidenses», afirmó Trump, prometiendo que los ataques continuarían hasta que los hutíes cesaran sus hostilidades.
El trasfondo de esta operación también incluye un claro mensaje a Irán, principal patrocinador de los hutíes. Trump exigió a Teherán que detuviera «inmediatamente» su apoyo al grupo, advirtiendo que, de lo contrario, enfrentaría graves consecuencias. Este ultimátum se produce en un momento de tensión creciente entre Washington y Teherán, tras el colapso del acuerdo nuclear de 2015 y recientes amenazas iraníes de avanzar en su programa nuclear. Fuentes del gobierno estadounidense, citadas por The New York Times, indicaron que la ofensiva en Yemen sirve como una advertencia indirecta a Irán, en medio de negociaciones fallidas para reanudar el diálogo sobre su arsenal nuclear.
Los hutíes, por su parte, condenaron los ataques como un «crimen de guerra» y prometieron represalias. Mohamad al Bujaiti, miembro del politburó del movimiento, afirmó que la agresión estadounidense «no quebrará la voluntad del pueblo yemení» y que responderían «escalada con escalada». El grupo, que controla gran parte del noroeste de Yemen desde 2014, ha intensificado sus ataques en el mar Rojo desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás en octubre de 2023, inicialmente como muestra de solidaridad con los palestinos. Aunque un frágil alto el fuego en Gaza había reducido las hostilidades a principios de 2025, los hutíes anunciaron días antes de la ofensiva estadounidense su intención de reanudar los ataques contra buques vinculados a Israel o sus aliados.
La operación militar estadounidense, ejecutada sin la participación directa de aliados como Reino Unido o Israel (a diferencia de acciones previas en 2024), involucró al grupo de ataque del portaaviones USS Harry S. Truman, desplegado en el mar Rojo, y al submarino USS Georgia. Funcionarios del Pentágono señalaron que los bombardeos podrían extenderse varios días, dado el desafío de destruir arsenales profundamente fortificados. Sin embargo, Trump descartó por el momento propuestas de sus asesores para ampliar los ataques al norte de Yemen, optando por una estrategia más focalizada pero intensa.
La comunidad internacional ha reaccionado de manera dividida. Organizaciones humanitarias expresaron preocupación por el impacto en la población civil de Yemen, un país ya devastado por una década de guerra y una de las peores crisis humanitarias del mundo. Por otro lado, algunos aliados de Estados Unidos en la región, como Arabia Saudita, que lidera una coalición contra los hutíes desde 2015, han apoyado tácitamente la acción, aunque sin involucrarse directamente.
En resumen, esta operación marca un giro significativo en la política exterior de Trump en su segundo mandato, rompiendo con su narrativa previa de evitar conflictos bélicos y reflejando una postura más agresiva frente a las amenazas percibidas en Oriente Medio. Los próximos días serán clave para determinar si los hutíes cumplen su amenaza de retaliación y cómo responde Irán ante este nuevo capítulo de hostilidades. Si necesitas más detalles sobre algún aspecto específico, házmelo saber.
LRS