-Ministerio Público recusa a la jueza Patricia Padilla por supuesta parcialidad a favor de imputados en el caso de corrupción del contrato de semáforos, permitiéndoles viajes internacionales y devolución de armas, pese a restricciones judiciales-
Por Luis Rodríguez Salcedo
La toga parece tener más bolsillos de lo que imaginábamos. Este miércoles, el Ministerio Público decidió no quedarse callado y recusó —con evidente incomodidad— a la jueza Patricia Padilla, del Segundo Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional. ¿El motivo? Una supuesta (aunque cada vez menos supuesta) «abierta parcialidad» a favor de los imputados en uno de los escándalos de corrupción más vistosos y semafóricamente iluminados de los últimos tiempos.
Hablamos, por supuesto, del proceso contra Hugo Beras, José Gómez y compañía, a quienes se les acusa nada menos que de haber montado una red que, entre otros talentos, supo estafar al Estado dominicano a través de un contrato de modernización de semáforos. Sí, semáforos. Esos mismos que todavía parpadean como si dudaran entre el rojo, el verde y la legalidad.
Según la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (Pepca), la imparcialidad de la jueza Padilla ha brillado… por su ausencia. Entre sus “gestos humanitarios” destacan el permiso otorgado al señor José Gómez para vacacionar en Disney World —porque, claro, ¿quién no necesita un poco de magia mientras enfrenta cargos de corrupción?— y viajes a Panamá y otros destinos, a pesar de tener impedimento de salida. Pero eso no es todo: también le devolvió armas de fuego, registradas a nombre de terceros, como quien devuelve un paraguas prestado.
La Pepca no se guardó las palabras y recordó que en casos anteriores, con circunstancias casi idénticas, la misma jueza fue implacable. Pero parece que la balanza de la justicia se calibra diferente cuando en el estrado hay apellidos con más influencias que letras.
El representante del Ministerio Público expresó su esperanza en que la Corte de Apelación del Distrito Nacional reestablezca el equilibrio, aunque muchos en la opinión pública ya se preguntan si estamos presenciando un proceso judicial… o un espectáculo de circo con togas y bastones de mando.
Mientras tanto, la lista de cargos contra los imputados suena como el menú de un bufé de delitos de cuello blanco: desfalco, estafa, falsificación, contrabando, sabotaje, terrorismo contra infraestructura crítica, y hasta robo de identidad. Un combo de crimen organizado servido con guarnición de privilegios judiciales.
Lo que queda por ver es si, en esta tragicomedia dominicana, el telón cae con justicia o con aplausos para los protagonistas del desfalco.