InicioCOLOMBIALA GUERRA QUE NUNCA FUE CONTRA EL NARCO

LA GUERRA QUE NUNCA FUE CONTRA EL NARCO

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Mientras EE.UU. bombardea lanchas en el Caribe, los verdaderos capos disfrutan en yates de lujo entre Madrid, Dubái y Miami.

La vieja imagen del capo escondido en la selva es solo un mito reciclado. Hoy el negocio viaja en jets privados, y sus dueños viven en el lujo de las capitales financieras del mundo. Gustavo Petro lo denunció ante la ONU: los “narcos globales” ya no están en América Latina, sino en los bancos y los paraísos fiscales. El presidente Gustavo Petro denuncia la existencia de la “Junta del Narco”, una federación de mafias internacionales que opera desde ciudades de lujo como Madrid y Dubái, mientras EE.UU. mantiene una guerra simbólica contra el narcotráfico que deja muertos pobres y fortunas limpias.

Por TeclaLibre Digital
Santo Domingo, R.D.

La vieja postal del narcotraficante sudamericano —metido en junglas, montañas o costas tropicales— ya pertenece al museo de la violencia del siglo pasado. El nuevo mapa global del narco lo describió con crudeza el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien advirtió que los grandes capos ya no viven en Bogotá, Caracas o el Caribe, sino en Madrid, Miami, Abu Dabi o Doha.

En su intervención ante la ONU, Petro denunció que los verdaderos dueños del negocio “guardan sus fortunas en los bancos más grandes del mundo” y viajan en jets privados, no en lanchas rápidas. Detrás de ese escenario, el mandatario reveló la existencia de la “Junta del Narco”, una federación internacional de mafias compuesta por ex capos que cumplieron condenas en Estados Unidos y hoy dirigen el tráfico global desde el lujo y la impunidad.

La llamada “guerra contra las drogas” promovida por Estados Unidos durante medio siglo ha servido más como espectáculo que como política efectiva.
Bombardeos al Caribe, interceptaciones de lanchas, helicópteros y fotos de “capos abatidos” construyen la narrativa oficial. Pero en el fondo, las estructuras financieras que lavan el dinero permanecen intactas, y los bancos del norte global siguen recibiendo los dividendos del negocio.

Mientras Washington dice combatir el tráfico, el consumo interno estadounidense sigue creciendo y el lavado financiero se institucionaliza. Los verdaderos capos —como denuncia Petro— no viven en los manglares del Caribe, sino en las torres de cristal de las metrópolis financieras.

Según informes de inteligencia colombiana difundidos por Noticias Uno, la Junta del Narco no es una organización piramidal, sino una red flexible y multinacional que articula mafias latinoamericanas, redes albanesas, operadores financieros y logísticas de transporte aéreo y marítimo desde Dubái, España, Turquía, Ecuador y Colombia.

Entre sus nombres figuran Lozano Pirateque (“Patricia”), radicado en España; Luis Cortés (“Junior”), residente en Dubái; Elton Bregu, responsable de la ruta Pereira-Europa; y Carlos Contreras (“El Tonto”), también desde Dubái. Ninguno tiene procesos judiciales abiertos en Colombia.

Para esquivar la persecución estadounidense, el bloque mueve la cocaína hacia Ecuador, Paraguay, Argentina y Uruguay, reconfigurando el mapa logístico del narcotráfico hacia Europa, África y Australia. Mientras tanto, EE.UU. mantiene su radar sobre el Caribe, como si el siglo XXI no hubiese llegado todavía.

El presidente colombiano anunció que solicitará a la Corte Penal Internacional investigar a la Junta del Narco y a las disidencias de Iván Mordisco por “delitos contra la humanidad”. Además, denunció planes de atentados en su contra, incluidos intentos de derribar su avión presidencial, según la Casa Militar de Colombia.

Pero más allá de la seguridad personal, su mensaje es claro: la “guerra al narcotráfico” ha sido una excusa política y geoestratégica de Estados Unidos. Una guerra que no elimina el negocio, sino que lo administra.

La llamada “guerra contra las drogas” ha sido una cortina de humo que cubre un sistema mucho más rentable: el del lavado financiero y la complicidad diplomática. EE.UU. dispara contra lanchas en el Caribe mientras las verdaderas fortunas viajan en jets privados hacia los bancos suizos.
Los muertos siguen siendo los mismos: campesinos, jóvenes pobres y policías en la línea del fuego.
El narco global cambió de traje, pero el guión de hipocresía sigue intacto.
Y la pregunta que flota en el aire: ¿a quién le interesa realmente que el narcotráfico se acabe?

-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-

rodriguezsluism9@gmail.com      https://teclalibremultimedios.com/category/portada

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