Así se dirige, en una carta del 25 de octubre de 1881, el Presidente del Ayuntamiento de la Capital de la República a Salomé: la llama «ciudadana», siendo este el primer registro oficial en un documento del siglo XIX en el cual se reconoce a una mujer como ciudadana.
Salomé Ureña (1850-1897), visionaria y profética, de una personalidad que proyectaba —a través de sus palabras— que era capaz, capaz de ser, capaz de configurar con claridad el derecho al saber y el derecho a la libertad del pensar de las mujeres, le escribió al Presidente del Ayuntamiento de la Común de Santo Domingo el 29 de diciembre de 1881 —como respuesta a su carta— lo siguiente: «la necesidad que tiene nuestra ciudad de proteger la enseñanza de una generación de mujeres, que en el progresivo desarrollo de la intelectualidad de la nación habrá de ser elemento considerabilísimo, quizás el más importante, de bienes tan seguro para la sociedad dominicana. »
Salomé abrió su « Instituto» de Señoritas el 3 de noviembre de 1881, en su casa morada ubicada en la calle San José No. 13 con nueve alumnas, a saber: Ana Josefa Puello, Mercedes Laura Aguiar, Daniela A. Carvajal, Catalina Pou, Amalia Pou, Carmen G. Carvajal, Filomena Martínez, Mercedes Echenique y Mercedes Julia Pérez, «cinco huérfanas y tres [que] viven sin el socorro de su padre. »
Salomé llevó a cabo tres graduaciones de Maestras Normales en 1887, 1888 y 1893. Su labor fue continuada por sus discípulas Eva María y Luisa Ozema Pellerano que en noviembre de 1895 abrieron un Colegio de 1ª y 2ª enseñanza llamado «Instituto de Señoritas» (Segunda Época). Es esta la razón por la cual, nuestra conferencia en el Centro León se llama «Salomé Ureña y las maestras normales de la primera generación del siglo XIX», invitación que agradezco.
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