Los votantes urbanos y rurales de Wisconsin, los trabajadores de servicios de Las Vegas (Nevada), los latinos de Arizona, las comunidades afroamericanas de Georgia, los árabes americanos de Míchigan, las mujeres de las afueras de Charlotte (Carolina del Norte) y casi cada habitante de Pensilvania tienen las llaves de la Casa Blanca. Los ciudadanos de todo Estados Unidos están citados para elegir presidente el 5 de noviembre, pero el resultado dependerá de unas decenas o cientos de miles de votos en un puñado de Estados clave.
Un total de 158,6 millones de estadounidenses acudieron a las urnas en 2020. Joe Biden ganó por más de siete millones de votos. Sin embargo, habría bastado que apenas 22.000 personas distribuidas en tres Estados (Georgia, Arizona y Wisconsin) hubieran votado por Donald Trump en lugar de hacerlo por Biden para que el republicano hubiera seguido en la Casa Blanca.
Con ese precedente —y el de 2016, en que la victoria de Trump sobre Hillary Clinton en tres Estados por 80.000 papeletas hizo inútil el triunfo de la demócrata en el voto popular en el país—, las campañas de Donald Trump y Kamala Harris batallan por arañar votos en los siete Estados que decidirán quién hace historia tras el 5 de noviembre: la primera mujer que ocupa el Despacho Oval o el primer mandatario que recupera la presidencia tras perderla desde Grover Cleveland en 1892.
El Colegio Electoral está compuesto por 538 votantes, compromisarios o delegados que representan a los Estados. Cada uno cuenta con el equivalente a su número de congresistas (contando senadores, siempre dos por Estado; y representantes, de 1 a 52, en función de la población). A eso se suman tres votos para la capital, el Distrito de Columbia (DC). Con mínimas excepciones, el candidato que vence en un Estado se lleva todos sus votos electorales, sin importar que gane por un voto o por un millón. Los Estados con más fuerza en el Colegio Electoral son California (54), Texas (40), Florida (30) y Nueva York (28). Hay varios, en cambio, que solo tienen tres votos: Alaska, Wyoming, las dos Dakotas, Delaware, Vermont y el mencionado DC.
En muchos Estados, armados de precedentes y sondeos, no hay duda de quién va a ganar. Harris tiene prácticamente en el bolsillo 226 votos del Colegio Electoral (181, asegurados; 44, probables, y uno, proclive), mientras que Trump puede contar con 219 (125 seguros y 94 probables). Hacen falta 270 para ganar. La batalla está en los otros 93, repartidos en siete Estados en los que vive aproximadamente el 15% de una población de 335 millones de personas.
El reparto deja lugar a múltiples combinaciones. El que tiene más peso es Pensilvania (19 votos), seguido de Georgia (16) y Carolina del Norte (16), Míchigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). En 2016, Trump ganó en todos menos en Nevada; en 2020, Biden se hizo con todos, salvo en Carolina del Norte.
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La diferencia es tan estrecha en esos territorios, que cambian de bando con pequeñas variaciones y pueden dar un vuelco a la elección. Se los conoce como Estados pendulares (swing states). A Trump le bastaría conservar Carolina del Norte, además de reconquistar Georgia y Pensilvania para ganar, por eso está poniendo allí toda la carne en el asador. Su estrategia choca en Pensilvania con la de los demócratas, que han bautizado como el Muro Azul a Pensilvania, Míchigan y Wisconsin, Estados que le bastarían a Harris para hacerse con la presidencia. Son tres Estados que ganó Obama en 2008 y 2012; Trump, en 2016, y Biden, en 2020, los únicos que encadenan cuatro elecciones en las que quien gana allí, acaba en la Casa Blanca.
Sondeos, apuestas y predicciones varían acerca de quién gana en los Estados clave. Las distancias son estrechas, según los sondeos. FiveThirtyEight, que agrega los principales, da ventaja a Harris en Wisconsin (2,8 puntos), Míchigan (1,7 puntos), Pensilvania (0,7), Nevada (0,2) y, desde hace muy poco, también en Carolina del Norte (0,2) En cambio, Trump iría por delante en Arizona (0,7) y Georgia (0,6). Las distancias son muy estrechas.
Polymarket, el mayor mercado de predicción del mundo, concede a la demócrata una probabilidad ―en este caso no es intención de voto― en torno al 60% de ganar en Wisconsin y Míchigan, mientras que da la victoria al republicano en Georgia, Arizona y Carolina del Sur también con cerca de un 60%-40%. Quedarían casi a cara o cruz Nevada (irrelevante en ese escenario) y Pensilvania, que inclinaría la balanza.
Metaculus, una comunidad de expertos, da a Harris una probabilidad del 64% de victoria en Wisconsin, del 60% en Míchigan y del 55% en Pensilvania. En cambio, asigna una probabilidad del 60% a que Trump gane en Carolina del Norte y deja en el aire, prácticamente empatados, a Georgia, Arizona y Nevada.
Hasta las elecciones, EL PAÍS hará un recorrido por esos territorios decisivos. La serie empieza en Pensilvania, el que tiene más peso electoral y entra en buena parte de las combinaciones ganadoras. Ganarlo es un gran paso, pero no definitivo. Tanto Harris como —especialmente— Trump cuentan con varias opciones de victoria sin Pensilvania.
Además de los siete Estados, se incluye en la serie el distrito de Omaha, en Nebraska, que aporta un voto proclive a los demócratas, pero menos asegurado. Retenerlo podría acabar siendo decisivo para evitar un empate a 269 votos electorales. Si ese supuesto se diese —y hay varias combinaciones para ello—, al presidente lo elegiría la Cámara de Representantes y al vicepresidente, el Senado. Los republicanos Donald Trump y J. D. Vance serían favoritos.