InicioMUNDO"LEÓN ASCENDENTE": GEOPOLÍTICA DE LA INCERTIDUMBRE

«LEÓN ASCENDENTE»: GEOPOLÍTICA DE LA INCERTIDUMBRE

-

-“León Ascendente”: Geopolítica de la incertidumbre-
Por: Jaime Bruno

El reciente ataque aéreo de Israel a objetivos estratégicos en territorio iraní, bajo la operación denominada “León Ascendente”, marca un punto de inflexión peligroso en la historia contemporánea del Medio Oriente. Con más de 200 aeronaves desplegadas y más de 330 municiones lanzadas contra objetivos en Irán, la magnitud del ataque confirma que ya no estamos ante meros ejercicios de disuasión, sino ante un rediseño táctico en la política de defensa ofensiva de Tel Aviv. Este ataque, calificado de “quirúrgico y preventivo”, podría ser, en realidad, el primer compás de una sinfonía bélica de proporciones impredecibles.

El dilema iraní: ¿represalia o contención?

Irán, con su red de aliados no estatales: Hezbollah, Hamás, hutíes y milicias chiíes en Irak, tiene opciones para responder, y de hecho ya lo hizo. Pero también Irán tiene sus limitaciones. La superioridad tecnológica y la coordinación de inteligencia de Israel, con apoyo tácito o directo de Estados Unidos, pone a Teherán ante una encrucijada. Responder abiertamente podría justificar una escalada mayor por parte de Israel y sus aliados. Pero no responder también es un mensaje de debilidad. Con la respuesta militar y el gran impacto de la misma, dejan claro que no están dispuestos a aceptar otra incursión militar en su país. ¿Recurrirá Irán a ataques por delegación, prolongando la guerra en las sombras? ¿continuarán con este frente directo de ataques?

Estados Unidos, actor clave detrás del telón, conocía la operación con antelación. Washington no autorizó el ataque, pero tampoco lo detuvo. En un Medio Oriente donde la geopolítica es tan volátil como el petróleo bajo sus suelos, el respaldo estadounidense financiero, tecnológico y diplomático a Israel sigue siendo inquebrantable. En caso de represalia iraní, Estados Unidos podría intervenir bajo el principio de defensa colectiva, reactivando una coalición regional que incluye a aliados estratégicos como Jordania, Egipto, EAU y Baréin.

Lo que alguna vez fue una sólida hermandad panárabe en defensa de la causa palestina y contra Israel, hoy es un rompecabezas de intereses particulares. Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Catar parecen más ocupados en sus reformas internas, agendas económicas, apertura al turismo, atracción de capitales y cooperación tecnológica con Occidente, que en tomar una posición de riesgo ante Israel. El capitalismo ha penetrado con fuerza: lo que ayer era un conflicto sagrado, hoy es, para muchos regímenes, una distracción estratégica.

Tanto Rusia como China han cultivado relaciones con Irán por conveniencia geopolítica y energética. Rusia ha colaborado militarmente en Siria y ha recibido drones iraníes para su guerra en Ucrania. China ha firmado pactos energéticos y comerciales de largo plazo. Pero ni uno ni otro parecen dispuestos a comprometer sus intereses globales en una guerra abierta contra Israel y, por extensión, contra Estados Unidos. Pueden ofrecer respaldo diplomático o armas de forma encubierta, pero no intervención directa.

La posibilidad de una guerra regional implica un beneficio económico para los gigantes de la industria armamentística. Los sistemas de defensa antimisiles, los drones de quinta generación, la guerra electrónica y los arsenales hipersónicos podrían convertirse en productos estrella. Mientras la diplomacia se atrasa, los fabricantes de armas avanzan.

El regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. plantea un interrogante mayor: ¿reavivará su política de “máxima presión” sobre Irán o buscará un equilibrio pragmático? Su historial sugiere una línea dura, pero también una aversión a nuevas guerras. En una región como el Medio Oriente, donde una chispa mal calculada puede incendiar el tablero global, la prudencia se vuelve más estratégica que nunca.

Israel, que nunca ha confirmado oficialmente su arsenal nuclear, actúa bajo la premisa de que Irán no debe convertirse en una potencia atómica. Irán, por su parte, alega fines pacíficos, pero ha superado niveles de enriquecimiento de uranio que despiertan alarmas. Si no se reactiva un marco diplomático internacional efectivo como el desmantelado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), es posible que Irán acelere su programa como garantía de supervivencia.

El ataque israelí a Irán, y los ataques previos de Teherán vía aliados, son parte de un ciclo de tensión prolongada que ahora amenaza con desbordarse. En esta región donde cada conflicto local tiene ecos globales, el equilibrio se mantiene en la cuerda floja. Lo que se necesita es una diplomacia inteligente y multilateral, no la ilusión de una victoria militar definitiva. Porque si Medio Oriente estalla, no habrá rincón del planeta que no sienta la onda expansiva.

Related articles

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Stay Connected

0SeguidoresSeguir
3,912SeguidoresSeguir
22,400SuscriptoresSuscribirte

Latest posts