El 27 de febrero de 2021, el presidente dominicano Luis Abinader anunció en su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional que la construcción de una verja perimetral en la frontera entre República Dominicana y Haití comenzaría en la segunda mitad de ese año, con el objetivo de completarla en un plazo de dos años.
Este proyecto, descrito como una «verja inteligente», buscaba abordar problemas como la inmigración ilegal, el narcotráfico y el contrabando, combinando estructuras físicas y tecnología avanzada. Sin embargo, a más de cuatro años de ese anuncio, el muro no se ha completado en su totalidad, aunque ha habido avances significativos.
El inicio formal de la construcción tuvo lugar el 20 de febrero de 2022 en Dajabón, marcando el comienzo de la primera etapa, que abarcaría 54 kilómetros. Originalmente, se planeó que la verja cubriera aproximadamente 164 kilómetros de los 391 kilómetros de la frontera dominico-haitiana, dividida en varias fases. La promesa era ambiciosa: una estructura de concreto y malla metálica, complementada con torres de vigilancia, sensores de movimiento, cámaras y sistemas biométricos.
En el discurso más reciente de rendición de cuentas, el 27 de febrero de 2025, Abinader volvió a abordar el tema. Según reportes, destacó que se han invertido RD$1,944 millones en la construcción de la verja perimetral y afirmó que, para 2024, se había completado el 90% del tramo programado. Además, anunció planes para extender el muro entre 10 y 12 kilómetros adicionales, lo que elevaría el total a aproximadamente 176 kilómetros. Esto indica que, aunque no se cumplió el plazo original de dos años (que habría concluido en 2023), el proyecto ha avanzado considerablemente, pero sigue en desarrollo.
A lo largo de estos años, el progreso ha enfrentado desafíos. En 2022, se reportó que la primera etapa estaba en marcha, pero no se completó en el plazo inicial anunciado. Para 2024, según declaraciones oficiales, aún quedaban tramos pendientes, y la finalización de las fases restantes depende de licitaciones y la instalación de tecnología adicional. Críticas en redes sociales y medios han señalado retrasos, problemas de ejecución y dudas sobre la eficacia del muro para resolver los problemas migratorios y de seguridad, mientras que otros, incluidos funcionarios del gobierno, lo defienden como una medida necesaria para proteger la soberanía nacional.
En resumen, en el discurso del 27 de febrero de 2025, Abinader habló del tema, destacando los avances (90% del tramo programado completado en 2024) y la inversión realizada, pero el muro no se finalizó en el plazo de dos años prometido en 2021. Actualmente, está en proceso de expansión, con un enfoque continuo en fortalecer la seguridad fronteriza.
RESUELVE EL MURO EL PROBLEMA?
La pregunta de si un muro resuelve el problema de las migraciones es compleja y no tiene una respuesta definitiva, ya que depende de múltiples factores sociales, económicos, políticos y humanos que trascienden una barrera física. En el caso de la verja fronteriza entre República Dominicana y Haití, podemos analizarlo desde los objetivos planteados, los resultados observados hasta ahora y las dinámicas migratorias más amplias.
El propósito principal del muro, según el gobierno dominicano, es controlar la inmigración ilegal, junto con el narcotráfico y el contrabando. La idea es que una estructura física, combinada con tecnología como cámaras y sensores, dificulte el cruce no autorizado. Datos oficiales sugieren que, en las zonas donde ya está construido, se ha reducido el paso irregular en cierta medida. Por ejemplo, autoridades han reportado que en tramos vigilados se han interceptado más intentos de cruce, lo que podría indicar un efecto disuasorio parcial. Sin embargo, no hay estadísticas públicas completas que muestren una disminución drástica y sostenida de la inmigración ilegal desde que comenzó el proyecto en 2022.
Experiencias internacionales ofrecen contexto. El muro entre Estados Unidos y México, por ejemplo, ha limitado algunos cruces en áreas específicas, pero no ha detenido la migración ilegal en su totalidad. Según el Migration Policy Institute, entre 2005 y 2015, el número de cruces ilegales en la frontera sur de EE.UU. disminuyó de 1.1 millones a 300,000 anuales, pero esto se atribuyó más a factores como la recesión económica y el aumento de deportaciones que al muro en sí. Migrantes han encontrado rutas alternativas, como túneles o pasos más peligrosos, lo que sugiere que las barreras físicas pueden redirigir el problema en lugar de eliminarlo.
En el caso dominico-haitiano, la migración está impulsada por profundas desigualdades. Haití enfrenta una crisis multidimensional: inestabilidad política, pobreza extrema (el 60% de la población vive con menos de $2 al día, según el Banco Mundial), y desastres naturales recurrentes. República Dominicana, aunque con desafíos, ofrece mejores oportunidades económicas, lo que crea un flujo constante de personas buscando trabajo o refugio. Un muro puede complicar ese movimiento, pero no aborda las causas raíz: la disparidad económica y la falta de soluciones en el país de origen.
Críticas al proyecto en República Dominicana señalan que los migrantes siguen llegando por vías legales (con visas temporales que luego se vencen) o a través de puntos no vigilados, como el mar o tramos de frontera sin verja. Además, el mercado laboral dominicano, especialmente en construcción y agricultura, depende en parte de esta mano de obra haitiana, lo que genera una contradicción: el país busca limitar la entrada, pero su economía la demanda.
Por otro lado, defensores argumentan que el muro es un paso necesario para la soberanía y el orden. Abinader ha enfatizado que no se trata de cerrar la frontera, sino de regularla. Sin embargo, sin políticas migratorias más amplias —como acuerdos bilaterales con Haití, programas de integración o soluciones a la crisis haitiana— el impacto del muro parece limitado a un control parcial, no a una resolución del fenómeno migratorio.
En conclusión, el muro por sí solo no resuelve el problema de las migraciones. Puede reducir cruces ilegales en ciertas áreas y mejorar la percepción de seguridad, pero mientras persistan las condiciones que empujan a las personas a migrar —y la demanda de su trabajo en el país receptor— el flujo continuará, adaptándose a las barreras. Una solución efectiva requeriría un enfoque más integral, combinando control fronterizo con cooperación internacional y desarrollo económico en ambos lados de la frontera.
LRS