UNICEF denuncia una crisis alarmante
En los últimos años, Haití ha enfrentado una escalada de violencia que ha sumido al país en el caos, con bandas armadas controlando gran parte de la capital, Puerto Príncipe, y extendiendo su influencia a otras regiones. En medio de esta crisis, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha levantado una voz de alarma sobre un fenómeno particularmente preocupante: la creciente presencia de niños y niñas en estos grupos criminales que aterrorizan a la población haitiana.
Según un reciente informe de UNICEF, respaldado por declaraciones de su vocero James Elder, entre el 30% y el 50% de los integrantes de las bandas armadas en Haití son menores de edad, algunos de tan solo 8 años. Este dato refleja un aumento del 70% en el reclutamiento de niños por parte de estos grupos en el último año, una tendencia que la agencia atribuye a la extrema pobreza, la inestabilidad política y el colapso de los servicios básicos. En un país donde el 90% de la población vive en condiciones de pobreza y tres millones de niños necesitan ayuda humanitaria urgente, muchos menores se ven arrastrados a las bandas ya sea por coerción, hambre o la falta de alternativas para sobrevivir.
Elder, quien regresó recientemente de Haití, describió a BBC Mundo una realidad desgarradora: el 85% de Puerto Príncipe está bajo el dominio de grupos armados, y los niños no solo son víctimas de la violencia, sino que también se han convertido en participantes activos. Algunos son forzados a unirse bajo amenazas contra sus familias —»si no vienes, mataremos a tu madre o a tu hermana»—, mientras que otros lo hacen atraídos por promesas de dinero, comida o protección en un entorno donde las opciones son escasas. «Los niños están atrapados en un círculo vicioso de sufrimiento», afirmó Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, subrayando que esta situación constituye una grave violación de sus derechos fundamentales.
La violencia no se limita al reclutamiento. Los menores en Haití enfrentan ataques directos, incluyendo violencia sexual, que según la ONU se ha incrementado en un 1.000% entre 2023 y 2024. Niños y niñas son utilizados como espías, mensajeros o incluso como combatientes, mientras que otros sufren abusos inimaginables a manos de las mismas bandas que los explotan. Esta crisis ha provocado el desplazamiento de más de 700,000 personas, de las cuales el 25% son niños, y ha dejado a 1.2 millones de menores viviendo bajo la amenaza constante de la violencia armada.
A pesar de los esfuerzos internacionales, como la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) liderada por Kenia y autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, la situación no mejora. Las escuelas, que podrían ser un refugio para los niños, están cerradas en gran parte del país —1,700 en Puerto Príncipe según datos de 2022— o son inaccesibles debido a los enfrentamientos. Más de medio millón de niños haitianos han perdido el acceso a la educación, lo que los hace aún más vulnerables al reclutamiento.
UNICEF ha intensificado sus esfuerzos para contrarrestar esta tragedia, trabajando con el gobierno haitiano en programas de reinserción para menores que han estado vinculados a las bandas y proporcionando asistencia legal a aquellos encarcelados, muchos de los cuales son detenidos sin haber visto a un juez. Sin embargo, la falta de financiación internacional limita su impacto: en 2024, solo se recaudó una fracción de los fondos solicitados para ayuda humanitaria.
La comunidad internacional enfrenta un desafío urgente. UNICEF y otras organizaciones, como Amnistía Internacional, han hecho un llamado a priorizar la protección de la infancia, garantizar la liberación de los niños reclutados y fortalecer los sistemas de educación y seguridad. «Haití necesita asistencia urgente para romper estos ciclos de violencia y proteger a sus niños», insistió Elder. Mientras tanto, la infancia haitiana sigue pagando el precio más alto de un país al borde del colapso, donde la desesperación y el terror han reemplazado cualquier semblance de esperanza.
LRS